La norma de calidad ha venido a cortar de raíz una situación de competencia desleal en crecimiento que estaba poniendo en peligro la supervivencia del sector del ibérico en Extremadura. Así, regiones como Aragón, Cataluña y Murcia, según informe realizado hace unos meses por los veterinarios José María Gómez Nieves y Rafael Palomares, se han subido al carro de la marca ibérico , alentadas por la demanda de este producto, y comenzado a comercializar derivados que nada tienen que ver, ni en raza ni en crianza ni en elaboración, con lo que se hace en Extremadura.

De este modo, las mencionadas regiones saturan el mercado con productos etiquetados como ibérico pero que proceden de animales con apenas un cuarto de sangre de esta raza. Además, la cría no se realiza en el campo, sino en régimen intensivo idéntico al de las granjas de cerdos blancos, y se sacrifican con apenas nueve meses, frente a los 18 o 20 meses con que se matan los cerdos extremeños.

Así, se consigue en menos tiempo un producto más barato, aunque de menor calidad, circunstancia esta última que manchaba a todo el sector. Ahora, este tipo de competencia tendrá que desaparecer, pues sólo con leer ibérico el consumidor sabrá a qué atenerse, y las imitaciones tendrán que buscar otra marca.