Los ánimos en las estaciones de servicio extremeñas se están caldeando a raíz de los problemas que acorralan al sector desde hace varios años y no descartan nuevas movilizaciones. En los últimos diez años, los gasolineros de la región han perdido más de un 40% de venta debido a la aparición de las gasolineras gestionadas por cooperativas de venta de gasóleo agrícola y por prohibiciones más actuales como la venta de alcohol y tabaco. A este problema se suma que el 80% de las gasolineras están en manos de las petroleras Repsol, Cepsa y BP, encargadas de fijar los precios, algo que no sucede en los demás establecimientos, que no tienen contratos exclusivos con ninguna compañía, por lo que pueden vender carburante más barato.

La huelga convocada el pasado 25 de mayo, que finalmente se aplazó ante el inicio de conversaciones con la administración central, no ha servido más que para incrementar la sensación de desengaño que impera entre los propietarios de estaciones de servicio. En el caso de los extremeños, la convocatoria de una nueva huelga tal y como propone la Confederación Española de Empresarios de Estaciones de Servicio no se ve como una vía de solución a los problemas. Creen que no servirá para nada porque la administración les "engatusará y engañará" para que, como en mayo, la huelga se paralice.

"Personalmente no estoy por la labor de volver a convocar la huelga, y aunque dependemos de lo que finalmente acuerde la confederación, en las opiniones que he podido recoger en los últimos días, los propietarios de estaciones de servicio es que no están por la labor", apunta Casto Bravo, presidente de la Asociación Regional de Empresarios de Estaciones de Servicio en Extremadura. En todo caso a lo largo de este mes mantendrán una reunión con todos los asociados de la región en la que definirán su posición.

Tabaco y alcohol

A la competencia "desleal" que están sufriendo las estaciones de servicios en materia de precios y que les está llevando a un deterioro, se une la actual prohibición de vender tabaco y alcohol.

Pero, la situación más complicada la viven las estaciones de servicio emplazadas en las zonas rurales. Casto Bravo regenta una de ellas en Cabeza del Buey y asegura que desde la aparición de las cooperativas de venta de gasóleo agrícola, "he pasado de vender 800.000 litros al año a poco más de 30.000 en un año bueno".