«En mi país la mutilación genital femenina es una costumbre con la que yo no estoy de acuerdo. Mis padres han muerto y el resto de mi familia quería practicársela a mi hermana pequeña de 9 años, y me negué. Pedí ayuda a varias ONGs y a la policía pero no pudieron hacer nada. Mi familia me amenazó. Me dijo que o abandonaba nuestro pueblo o acabarían conmigo. Me fui a Mali a casa de un amigo y dejé a mi hermana con una familia que la protege. Desde Mali emprendí el viaje a Europa. Ha durado un año y medio. Aquí no tengo a nadie pero ojalá todo salga bien y pueda traer a mi hermana conmigo», narra Dumbia, que llegó a Mérida desde Costa de Marfil.