Aunque las clases comienzan a las nueve de la mañana, el colegio público Dulce Chacón de Cáceres empieza a llenarse de risas y juegos desde las 7.45 horas. A esa hora, como en muchos otros centros educativos de la región, abre sus puertas el aula de madrugadores, gran herramienta conciliadora para los padres cuyo horario laboral empieza antes que el escolar de sus hijos. "Estos servicios ya son indispensables para muchas familias", dice Miguel Angel Morales, uno de los padres que los precisan (en su caso, el de comedor para su hija) y que se ocupa además de su coordinación.

"El es el puente entre los usuarios y el servicio de catering que tenemos contratado para el desayuno y la comida", explica la presidenta del AMPA, Inmaculada Cirera. Este es el modelo que siguen la mayoría de los centros educativos que ofertan el aula de madrugadores, puesto que, por ahora, la Junta solo gestiona los desayunos en seis de atención preferente. Por ello, son las AMPAS las que suelen organizarse para atender a los niños lleguen al colegio antes de que suene el timbre que marca el inicio de las clases.

A partir de esa base, las opciones son múltiples: asistir únicamente al aula de madrugadores o desayunar también allí (del catering o trayendo la comida de casa), ir todos los días o solo algunos... Cada modalidad tiene un precio diferente (que se paga al AMPA y esta, a su vez, hace lo propio con la empresa contratada) y el abanico de posibilidades se abre de nuevo a la hora de la comida, que puede usarse incluso de forma puntual.

Esa es una de sus ventajas, pero no la única. Así lo demuestran los elogios de los padres que usan estos servicios y que van desde las dotes de coordinación de Miguel Angel a las de atención de las monitoras, avaladas por el cariño de los alumnos. Es el caso de las hijas de Manuela Alvarado, para quien el comedor llegó a condicionar su elección de colegio. "Buscaba uno, dentro del distrito donde vivo, que ofreciera este servicio", comenta a la vez que lo valora de forma muy positiva.

En esa visión coincide plenamente Manuel Mendoza, con dos hijas también en el comedor que, además, asisten al aula de madrugadores "de forma esporádica". Muy satisfecho tanto con la organización del servicio como con su traslado a la práctica, este padre cacereño únicamente le encuentra un pero: "no empieza hasta octubre".

"Desde el primer momento, pensamos que sería positivo contar con un comedor y por ello se lo propusimos al AMPA, a la que hemos cedido el espacio de la antigua capilla del centro para este uso", recuerda Pepi Salas. Allí esperan cada mañana a los pequeños Vetania Cuadrado y Rebeca Martín, responsables del aula matinal y que también participan en el servicio de comedor junto a otras dos compañeras. En total, unos 80 alumnos del Dulce Chacón usan ya alguno de estos dos servicios.