Carles Puigdemont, el requerimiento, el 155, Puigdemont, la respuesta, las elecciones como posible salida, Puigdemont, la CUP… La crisis institucional entre el Estado y la Generalitat monopolizó las conversaciones de este jueves en la recepción que los Reyes ofrecieron a más de 1.500 invitados con motivo de la Fiesta Nacional. En ese contexto más distendido y apenas 24 horas después de enviar al presidente catalán un requerimiento para que disipe la duda de si ha declarado o no la independencia, el Gobierno quiso hacerle llegar un recado. Según fuentes del equipo de colaboradores de Mariano Rajoy, si responde que no, el Ejecutivo consideraría que se vuelve al escenario del 5 de septiembre. Esto es, antes del pleno del Parlamento catalán del 6 y 7, en el que se aprobaron las llamadas leyes de desconexión (la del referéndum y la de transitoriedad).

Fuentes de la Moncloa mandaron este mensaje a Puigdemont, que tiene hasta el lunes, a las diez de la mañana, para responder al requerimiento. El silencio administrativo o cualquier respuesta diferente a un simple ‘no’ activaría la segunda parte de esa notificación y tendría hasta tres días más, hasta el jueves, para «volver a la legalidad». En caso de que no lo hiciera, Rajoy le ha advertido de que pondría en marcha el artículo 155 de la Constitución, con el que el Ejecutivo central podría tomar las riendas de algunas competencias de la Generalitat.

Esas mismas fuentes gubernamentales aseguraron que Rajoy no ha cerrado del todo aún con el líder del PSOE, Pedro Sánchez, qué medidas concretas habría que aplicar al amparo de ese precepto de la Carta Magna. Rajoy ha decidido avanzar a partir de ahora de la mano de los socialistas y acordar con el principal partido de la oposición los pasos a dar. Equipos de ambos dirigentes llevan desde septiembre estudiando qué iniciativas se podrían tomar, incluyendo el desarrollo del polémico 155.

El líder socialista, en una conversación informal con periodistas, comentó que el pacto con Rajoy «ha sido lento» porque «era necesario aclarar qué significa» aplicar ese artículo. Si Puigdemont dice que no hay declaración de independencia, según Sánchez, se dialogará sobre cómo buscar «un nuevo encaje autonómico». «Nadie quiere aplicar el 155, salvo Puigdemont y [Albert] Rivera», aseguró el secretario general. Una idea que se repetía en otros corrillos con dirigentes del PP. «Rajoy dijo en Barcelona que le están obligando a llegar adonde no quiere llegar», recordaba un barón.

En todo caso, la crisis catalana ha servido para superar los encontronazos entre Rajoy y Sánchez de estos últimos años atrás y esa nueva sintonía, aunque ahora esté acotada a la grave crisis soberanista, se extiende a otros altos cargos.

Borrell, el más saludado

En el Palacio Real llamó la atención el gran número de exdirigentes socialistas que había, en comparación con otros años. Explicó el motivo Trinidad Jiménez, exministra de Sanidad y Exteriores. Rosa Conde, portavoz del Gobierno con Felipe González, se encargó de coordinar telefónicamente la asistencia de todos ellos. Además del expresidente sevillano, José Luis Rodríguez Zapatero, Alfredo Pérez Rubalcaba, Javier Solana, Miguel Ángel Moratinos y José Montilla, entre otros, acudieron a la recepción por dos razones principales, como revelaron algunos: mostrar apoyo al Rey y también a la unidad de España. «Menos mal que nosotros tenemos más sentido de Estado que ellos, porque esto de Puigdemont nos pasa a nosotros con el PP en la oposición y la historia habría sido muy diferente», se lamentaba uno de ellos que pidió discreción.

Pero en esa lista falta el que realmente se puede considerar que compartió protagonismo con el ausente Puigdemont: Josep Borrell. El exministro socialista, que junto a Mario Vargas Llosa cerró la numerosa manifestación de los contrarios a la independencia del fin de semana pasado en Barcelona, fue el político más buscado, saludado y besado de la recepción. Los invitados le abordaban sin miramientos y se quedó hasta el final de la reunión.

Y a esta fiesta que los Monarcas organizan cada año tras el desfile también están invitados habitualmente los representantes de la Iglesia católica. En un momento un prelado tuvo que encajar las críticas porque la Conferencia Episcopal pidiera días antes del 1-O diálogo y evitar «actuaciones irreversibles» ante el referéndum ilegal.

Algunos asistentes se venían arriba cuando veían a un metro a los más altos representantes del Estado. Es lo que le ocurrió a José Manuel Maza, fiscal general del Estado, y al ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido. Frases de ánimo y apelando a su «valentía» ante la crisis independentista.

Al Palacio también acudieron empresarios y algunos de los más buscados fueron los catalanes, después de que numerosas empresas hayan cambiado la sede social tras el 1-O.

Rajoy fue al Palacio Real, pero solo para saludar a los Reyes. Desde allí se fue hasta Albacete con la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, para dar el pésame a la familia del capitán del Eurofighter muerto en un accidente tras participar en el desfile militar.