Si los niños plebeyos nacen con un pan bajo el brazo, los de sangre azul no podían ser menos. El alumbramiento de Leonor de Borbón, primogénita de los príncipes de Asturias, desencadenó ayer un intenso debate sobre la necesidad de afrontar la anunciada reforma de la Constitución para que, además de ser infanta, la recién nacida pueda heredar la Corona en un futuro aún muy lejano.

Sin prisa pero sin pausa, y pese a los recelos del PP, el Gobierno mantiene su plan de impulsar esta reforma constitucional y otras tres para que entren en vigor en el 2008.

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, avanzó ayer que el nacimiento de Leonor no altera el calendario que había fijado para la reforma constitucional: aprobación con una mayoría de dos tercios de las Cortes antes de acabe la legislatura; convocatoria, en torno al 2008, de un referendo probablemente simultáneo a las elecciones generales; y ratificación por idéntica mayoría cualificada en las cámaras surgidas de las urnas.

Calendario "perfectamente posible" según el ministro de Justicia, Juan Fernando López Aguilar, puesto que el proceso "ya está en marcha" y a la espera del dictamen del Consejo de Estado. López Aguilar matizó, eso sí, que el hecho de que el primogénito del heredero sea una niña no comporta ningún "apremio adicional".

Los cuatro cambios

Fernando Moraleda, secretario de Estado de Comunicación, añadió además que Zapatero "mantiene sus compromisos" sobre los cuatro cambios constitucionales anunciados: equiparación entre hombre y mujer en la sucesión a la Corona; lista de las 17 autonomías y las dos ciudades autónomas; referencia a la Unión Europea; y conversión del Senado en cámara territorial. Y avisó de que el Ejecutivo no contempla ningún "principio de separación de consensos". Esto es, que Zapatero rechaza desvincular la reforma de la paridad sucesoria de las otras tres incluidas en su programa de investidura.

La advertencia no es baladí, pues el PP se resiste a pactar un paquete de cambios constitucionales que sin su concurso están abocados al fracaso. Por eso Moraleda instó a los populares a fijar su postura sobre la reforma del Senado en el debate autonómico que esta cámara celebrará la próxima semana, en un anticipo de la táctica que aplicará Zapatero: usar el nacimiento de Leonor para forzar al PP a pactar las cuatro reformas, pues ni la Moncloa ni la Zarzuela quieren convocar un referendo monográfico sobre la sucesión de la Corona que devenga un plebiscito sobre el apoyo popular de que goza la Monarquía.

Esta presión responde al hecho de que el líder del PP, Mariano Rajoy, ya comunicó hace más de un año a Zapatero que, en principio, su partido no pondría objeciones a introducir en la Carta Magna la paridad sucesoria, el listado de las autonomías ni la alusión a la Unión Europea, pero sí a la reforma constitucional del Senado. Y es que, si bien figuraba en su programa de 1996, ahora teme que un cambio en el sistema de elección de los senadores reduzca la presencia del PP en la Cámara alta, donde es la fuerza mayoritaria desde 1993.

Ayer, Rajoy ratificó su "posición favorable" sólo a reforma sucesoria, y aún así le dio largas. "No debe resolverse, desde el punto de vista jurídico, de un día para otro. Entre todos debemos buscar el mejor momento. Hay tiempo", sentenció. Lo que calló Rajoy lo explicitó Gabriel Cisneros (PP), vicepresidente del Congreso, que pidió acometer ese cambio "por separado" de los tres restantes. Lo que, poco más o menos, supondría aplazar sin fecha la reforma del Senado.

La urgencia

Pero, ¿hasta qué punto el nacimiento de Leonor hace más urgente la revisión del orden sucesorio? Aunque con matices, la mayoría de los políticos y expertos aseguraron ayer que la supresión de la preeminencia del varón en la línea sucesoria "no corre prisa". Y así es al menos formalmente, ya que, en todo caso, la infanta no adquiriría derecho dinástico alguno hasta que Felipe de Borbón fuera coronado como rey, momento en el que su primogénita se convertiría en princesa de Asturias y heredera del trono.

Pero la permanencia de la vigente discriminación de la mujer en la escala dinástica de la monarquía española sí plantea algunas incógnitas de futuro. Por ejemplo, ¿qué sucedería si los príncipes de Asturias tuvieran un varón antes de que esa reforma constitucional entre en vigor? Para Gregorio Peces-Barba (PSOE), ponente de la Constitución, no habría problema, porque "el Parlamento es soberano" para alterar el orden sucesorio con efectos retroactivos.

No piensa lo mismo Cisneros, también uno de los padres de la Carta Magna, quien apunta que sería "menos traumático" otorgar derechos dinásticos a la hija única del Príncipe que negárselos a su hermano, opinión que también comparte Sabino Fernández Campo, exjefe de la Casa del Rey. Más contundente, Manuel Jiménez de Parga, expresidente del Constitucional, interpreta que, aun con un cambio constitucional, el hermano menor de Leonor "conservaría su derecho a ser, en su día, Rey de España".

Fin de la línea sucesoria

Otro escenario mucho más complejo, sobre el que nadie quiso pronunciarse ayer en público por motivos obvios, sería la ruptura de la línea sucesoria en caso de que el actual heredero falleciese. Los expertos consultados sostienen que, en ausencia de hijos varones del Rey, la infanta Elena se convertiría entonces en heredera del trono.