El imponente velo morado de más de 30 metros que, desde que comenzara la Cuaresma, ocultaba el altar mayor de la Parroquia de Santa Catalina Mártir de Higuera la Real caía en los primeros segundos de este Domingo de Gloria revelando la imagen de Cristo Resucitado.

Ese era el punto álgido de la Vigilia Pascual, que comenzaba a las 23.30 horas del Sábado Santo, en un templo a oscuras a excepción de la leve luz del Cirio Pascual como símbolo de la resurrección. La solemnidad y respiración contenida durante la liturgia se rompían con el tañer de las campanas presagiando las doce de la noche. En ese momento, como si un rayo de vida inundara el templo, la lobreguez se convertía en resplandeciente luz para contemplar como el velo se rasgaba dejando ver la imagen del Resucitado. El silencio se tornaba en un estallido de alegría y aplausos.