El rey Juan Carlos se mostró partidario de reformar el mecanismo sucesorio antes de la boda de Felipe y Letizia para que el primer vástago de la pareja, ya fuera niño o niña, tuviera prioridad en la sucesión al trono. Cuando quedaban unos meses para agotar la anterior legislatura, el Monarca recibió una propuesta del partido socialista que pretendía aprovechar la disolución de las Cortes para impulsar la modificación. El expresidente del GobiernoJosé María Aznar, sin embargo, consideró que no era el momento adecuado para hacer un cambio de esa índole.

El entonces secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, sostenía que había que eliminar esa discriminación por sexo en la jefatura del Estado lo antes posible, y así se lo hizo saber a la Zarzuela. Pero al descartarla Aznar, la iniciativa quedó en nada. Entonces, a mediados del año 2003, el expresidente desarrollaba una campaña sin cuartel contra quienes defendían cambios en la Carta Magna, descalificados a menudo como traidores a España.

La posición del Rey, manifestada en todo caso a título de sugerencia, incluía la conveniencia de que el cambio en la sucesión se hiciera por consenso y, a ser posible, acompañada de otras propuestas de reforma. Personas próximas a don Juan Carlos compartían ese criterio, y apuntaron la posibilidad de que esa iniciativa fuese acompañada de la inevitable adaptación de la Constitución española a la futura Carta europea.

Según fuentes próximas a la Casa Real, don Juan Carlos pidió garantías de que, en cualquier caso, los cambios en el mecanismo sucesorio no podían tener efectos retroactivos. Es decir, que debía quedara siempre a salvo que el heredero seguiría siendo Felipe, y no su hermana mayor, la infanta Elena.

Las Cortes fueron disueltas el pasado 19 de enero, sin que esa medida tuviera otra finalidad que la de dar por acabada la legislatura, y el 15 de marzo se celebraron elecciones generales. Por tanto, y de acuerdo a la ley, las nuevas Cámaras, salvo que sean disueltas y se celebren nuevos comicios legislativos, no están facultadas para a poner en marcha esa reforma constitucional, prevista en su texto pero nunca concretada.

La modificación de ese islote de desigualdad en un texto que proclama la equiparación entre los dos sexos es una opción sin retorno, que antes o después deberá ser abordada. Tras su investidura como presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero precisó los cuatro puntos de la reforma constitucional que postula. Uno de ellos es consagrar la igualdad entre hombres y mujeres en el acceso a la Corona.

PROBLEMAS En su programa electoral, el PSOE incluyó esa propuesta, cosa que no hizo el PP. Uno de los redactores de la oferta socialista comentó: "¡Ojalá que el primer hijo de los príncipes de Asturias sea un niño; nos evitaría muchos problemas, porque si la pareja tiene una niña nadie entenderá que no sea la heredera!". Perdida una oportunidad, esta cuestión podría plantearse con apremio si la futura princesa de Asturias comienza a gestar una niña.