La corazonada no fue más allá de la final. Madrid 2016 se quedó en puertas de alcanzar el objetivo que persigue desde hace más de 40 años, aunque haya sido en los últimos ocho cuando, de la mano del alcalde de la capital, Alberto Ruiz-Gallardón, ha multiplicado sus esfuerzos por alcanzar el premio olímpico. Cayó en Singapur en el 2005 y ayer, después de ganar en la primera ronda de votaciones, la candidatura madrileña fue desbordada en la tercera y última por el empuje de Río de Janeiro (66 votos a 32), que se convertirá así en la primera ciudad suramericana en albergar unos Juegos.

Resultó que la rotación de continentes fue un factor decisivo, en contra de lo dicho y prometido a Ruiz-Gallardón por el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Jacques Rogge. También contó lo suyo en el ánimo y la intención de los jueces del COI la emergente situación de Brasil, un aspecto explotado a las mil maravillas por el presidente brasileño, Lula da Silva, que acabó oscureciendo el brillo de la estrella de Barack Obama, presidente de Estados Unidos, cuya ascendencia sobre la familia olímpica es nula.

CASTIGO A OBAMA La candidatura madrileña había ganado la primera votación con 28 votos, por 26 de Río, 22 de Tokio y 18 de Chicago, derrotada con estrépito a las primeras de cambio después de la participación relámpago de Obama en la asamblea del COI. Llegó, cerró el acto de presentación de la ciudad norteamericana, el primero, y se marchó a toda mecha. Es probable que en vez de ganarse a los jueces olímpicos, estos se sintieran desairados y pensaran que el presidente de la primera potencia mundial se equivocaba al pensar que valorarían más el peso de su presencia que los aspectos técnicos y socioeconómicos.

Desgraciadamente para Madrid, los votos que en principio habían sido para Chicago fueron a parar en bloque a Río, que ya se puso muy por delante en la segunda votación (46 votos, por 29 para Madrid y 20 para Tokio). También los que habían sido para la capital japonesa acabaron en pleno en la propuesta brasileña, que se llevó de calle la votación final, con 34 votos de diferencia. Los responsables de la candidatura de Río estallaron de júbilo cuando Rogge, pocos minutos antes de las siete de la tarde, comunicó con toda la solemnidad de la que fue capaz el resultado definitivo: 66 votos a favor de la propuesta brasileña, 32 para la española y una abstención, la suya.

Los miembros de la candidatura madrileña, que habían celebrado con verdadero alborozo el pase a la final, torcieron el gesto, pero aceptaron con deportividad un resultado que nunca habían llegado a descartar, dadas las circunstancias que concurrían en una ronda final previsible dada la calidad de las presentaciones de ambas propuestas y la solidez de sus proyectos. Se hizo más presente que nunca la norma no escrita de la alternancia de continentes y sobre todo el peso de la gran deuda con Sudamérica.

PARA EL 2020 "Ha sido un resultado contundente, donde se aprecia la fortaleza del proyecto brasileño y el deseo de que Suramérica tuviera por vez primera unos Juegos", afirmó un cariacontecido Gallardón, que tiene que pensarse ahora con mucho detenimiento la conveniencia de volver a entrar en la carrera por los Juegos del 2020, teniendo en cuenta que pueden volver a la carga ciudades como París, Berlín, Roma, Milán y Estambul.

Las palabras de su homólogo brasileño fueron elegantes, pero en ningún caso pudieron consolar al alcalde de Madrid. "Era nuestro momento y el COI lo ha sabido apreciar así. Todo mi cariño para Madrid, una ciudad que me encanta, de la que soy un apasionado. El alcalde, Ruiz Gallardón, ha hecho mucho por su ciudad en esta lucha tan dura que hemos mantenido, pero creo que merecíamos llevarnos el premio final", declaró el eufórico Eduardo Paes, alcalde de Río de Janeiro.