"Paulino cógeme al niño, cógeme al niño; se fue a la calle gritando mis niños, mis niños". Son palabras de Paulino Reyes, vecino de María José, que relataba ayer como la madre le entregó a uno de los trillizos, Iván, instantes después de producirse el incendio de su casa en Almendralejo, que acabó con la vida de dos pequeños. En ese momento Antonio Marín, que vive muy cerca de allí, se encontró con la escena cuando venía de dar un paseo. Enseguida subió para intentar rescatar a los niños que se habían quedado arriba, pero la puerta del piso se había cerrado. "Sabía que estaban muertos y que no podía hacer nada, pese a los esfuerzos que hicimos todos los que estábamos arriba", cuenta. Y es que "todo pasó rapidísimo, Todo estaba lleno de humo negro, y no podíamos hacer nada por mucho que intentamos abrirla", relata.

Este testigo directo asegura que "era imposible que los niños salieran con vida", porque "la humareda nos asfixiaba a nosotros que estábamos fuera, por lo que a los niños imagínese".