Quedan seis años para que Marina Isla de Valdecañas sea completamente una realidad --aunque la primera fase estará concluída en el 2009, según las primeras estimaciones-- y los vecinos de la zona ya han comenzado a sacar sus primeras conclusiones. La mayor parte asegura que respaldan el proyecto porque supondrá un impulso a la economía de la zona, aunque también hay voces discrepantes, sobre todo la de los ecologistas, que insisten en el impacto ambiental que el complejo turístico originará en un entorno donde nidifican grullas, cigüeñas negras o águilas imperiales.

Al pasear por las calles de El Gordo o de Berrocalejo, en cuyos términos municipales se asienta la isla de Valdecañas, es difícil encontrar una voz contraria a esta iniciativa empresarial. Como reconoce el segundo teniente de alcalde de El Gordo, Manuel Gómez, "aquí a todos nos parece muy bien", ya que "será una inyección económica importante para el pueblo". Asegura que hay una pequeña oposición, "mínima, pero muy respetable, como cualquier postura". El habla en futuro, pero los efectos positivos de las obras --explica-- ya se han comenzado a percibir: "Se están revalorizando tierras y viviendas; se alquilan inmuebles, que antes era impensable; y, sobre todo, se está generando empleo. Están cogiendo a vecinos para trabajar".

Gómez destaca además la ausencia de molestias a los vecinos en estos dos primeros meses de obras. "La maquinaria pesada no pasa por el pueblo y cualquier petición que realizamos la cumplen".

La percepción es muy similar en la vecina localidad de Berrocalejo. "Nos está beneficiando, sobre todo en cuanto a empleo se refiere. Pero también se están revitalizando negocios particulares, como la casa rural donde se alojan algunos trabajadores o los bares donde vienen a comer", subrayan desde el consistorio. Pero las esperanzas van más allá: "Ya hay quien ha presentado su proyecto o idea para abrir un nuevo negocio, algo impensable hasta ahora".

Este pueblo, de apenas un centenar de habitantes, la mayoría de ellos próxima a los 60 años, "está unánimemente a favor del complejo turístico de Valdecañas porque es una oportunidad que se nos brinda". Aunque su visión sobre las voces discrepantes y las denuncias ecologistas no es tan comprensiva como la de su compañero del Ayuntamiento de El Gordo: "Están mintiendo y difamando".

Los regantes, a salvo

Ni El Gordo ni Berrocalejo son municipios donde la agricultura tiene profundas raíces. "Aquí no hay nada. Ni regadío, ni industria, ni nada. Las mejores tierras quedaron anegadas por el embalse", explica Manuel Gómez. Pero Valdecañas no se reduce a estos dos municipios, situados próximos al límite con la provincia de Toledo. Embalse abajo se localizan municipios como Peraleda de la Mata, Valdecañas del Tajo o Bohonal y Mesas de Ibor, entre otros. Allí sí hay regadíos, pero los agricultores afirman que ni el inicio de las obras ni el menor caudal del embalse les está afectando. "Tenemos asegurados los riegos y nadie se ha quejado", apunta Javier Moreno, presidente de la Comunidad de Regantes de Valdecañas, y lo corrobora también el secretario de la Federación de Comunidades de Regantes del Tajo, Angel Bartolomé.

Las discrepancias llegan desde el entorno ecologista. Francisca Blanca, delegada de Ecologistas en Acción en el Campo Arañuelo y vecina de El Gordo, asegura que "hay quien ha venido a la puerta de mi casa a insultarme" y que se está boicoteando a quienes se oponen al proyecto. "A un albañil le han cancelado obras que tenía contratadas por no estar a favor de las obras", apunta.