Era 1977 y un grupo de docentes del Colegio Virgen de Guadalupe de Badajoz se propuso un objetivo: dar una lección de extremeñismo a sus alumnos. Era época de preautonomía, entre Cáceres y Badajoz había un mundo, el país miraba con recelo a la comunidad y no existía ni siquiera un mapa institucional de Extremadura. «Esa fue una de las primeras actividades que realizamos, creamos el primer mapa de la región uniendo los de las dos provincias que tenían las diputaciones y que por fortuna estaban a la misma escala», cuenta Miguel Caballero.

Aquel año, él era un simple maestro de EGB de ese colegio pacense como sus compañeros Miguel Lucas, Antonio Regalado o Julio Fernández, entre otros. Estaban bajo la dirección de Francisco Sansón y se empeñaron en impulsar desde la escuela un sentimiento de región y de unidad inexistente que a base de entusiasmo y trabajo fue calando entre los más pequeños. «Teníamos que hacer algo, era una necesidad», coinciden los cinco que hoy, reunidos de nuevo en un colegio ya casi desconocido para ellos, superan los 80 años -excepto Julio, 76-.

El primer mapa de Extremadura realizado en el Virgen de Guadalupe en 1977.

Aquel proyecto pedagógico contó con el respaldo del Instituto de Ciencias de la Educación (ICE) de la Universidad de Extremadura, que entonces hacía también de centro de profesores. Y en 1977 este grupo de docentes puso en marcha la primera Semana de Extremadura en la Escuela, o mejor dicho, la Semana Cero porque aquello solo fue un experimento, un ensayo, el germen de una actividad que se celebró durante dos décadas en prácticamente todos los colegios de la región y que dejó un sello identitario en varias generaciones de extremeños que hoy superan los 40 años.

Los maestros con Joaquín Sancha y Andrés Lope, promotores del grupo que busca recuperar la iniciativa.

«Durante toda una semana se aparcaban los libros para dedicarnos solo a hablar de Extremadura, de música, lengua, geografía, historia o matemáticas donde enseñábamos lo que eran las arrobas, las fanegas o las cuartillas. Hacíamos exposiciones, bailea, excursiones..., Se trataba de fomentar el conocimiento y el amor por nuestra tierra», explica Miguel Lucas. «Fue una experiencia tan enriquecedora que nadie dudó de la necesidad de extenderla a otros centros para luchar contra los localismos», añade Julio Fernández. Y así fue como en 1978 nació, ahora sí, la primera Semana de Extremadura en la Escuela.

Cada año se sumaban nuevos centros y un sábado de cada primavera se celebraba una convivencia que servía de clausura a cinco días lectivos repletos de actividades y que reunía a más de 15.000 escolares en un punto distinto de la geografía extremeña. «Era una explosión de extremeñismo». El primer lugar de encuentro fue Mérida cuando todavía no había sido elegida como capital autonómica. Le siguió Cáceres en 1979, Badajoz, Guadalupe, Zafra, Plasencia, Don Benito... La organización corría a cargo de unos 50 coordinadores que, con Miguel Caballero a la cabeza como responsable regional durante 17 años, se reunían periódicamente para preparar cada nueva edición. Y en 1986 llegó el espaldarazo definitivo: la Medalla de Extremadura, en su primera edición.

Pero con el tiempo la Semana de Extremadura en la Escuela fue languideciendo. La organización pasó plenamente a una asociación creada a tal fin y el ICE dejó de estar detrás. «Se estaba hablando ya de las transferencias educativas y desde la Junta se planteaba la idea de incluir contenidos extremeños en el currículo. Creo que fue la política, la pereza y la dejadez lo que fue propiciando que aquello muriera a mediados de los años 90», reflexiona Francisco Sansón.

«Entre otras cosas, había quien decía que ya se había trabajado lo suficiente para impulsar la conciencia extremeña y era tiempo de hacer otra cosa, llegaban las transferencias (se firmaron en 1999) y aquello terminó... pero esas instituciones ya no tuvieron la conciencia que tuvimos nosotros», apunta Florentino Blázquez, catedrático de Didáctica y Organización Escolar que durante varios años dirigió el ICE y desde sus inicios también se implicó en esta semana.

Tras varios años de impasse, la Junta creó un currículo extremeño. En el 2002 se introdujeron 150 temas propios transversales y la optativa de Cultura Extremeña en Secundaria, que venían a reemplazar la iniciativa singular que tanto caló en las escuelas extremeñas.

Pero aquello no tuvo demasiada resonancia o al menos no la necesaria para muchos. Por eso, 40 años después de aquella primera Semana de Extremadura en la Escuela vuelve a resurgir el entusiamo por enseñar a los alumnos lo más próximo, su cultura y promover el sentimiento regional. «Hoy en día los niños tienen más capacidad y también más medios para conocer Extremadura, pero les faltan vivencias, experiencias y visitar su tierra, esa es la única manera real de aprender», defiende Miguel Caballero. Y ese es también el objetivo de un grupo de extremeños que a través de Facebook han lanzado la propuesta con un respaldo inimaginado. En apenas una semana el grupo ha recibido más de 12.000 apoyos. «Queremos recuperar esa ilusión por volver a impulsar nuestra seña de identidad, el orgullo de ser extremeños y que los niños de hoy tengan unos conocimientos básicos sobre Extremadura, su himno, su capital, sus pueblos, sus ríos... hemos visitado centros y a día de hoy hay una carencia básica en la educación de nuestros niños», apunta Joaquín Sancha.

Este artesano pacense y apasionado del folclore se ha convertido en la cara visible de ese grupo de Facebook que está impulsando la recuperación de la Semana de Extremadura en la Escuela. «Me parece una buena idea y creo que siempre sería oportuno resucitar aquel movimiento porque esa conciencia regional se ha perdido un poco; es cierto que aquella rivalidad entre Cáceres y Badajoz desapareció, ya no somos dos como antes, pero los niños ahora no se saben el himno, qué signfica, ni se estimula en la escuela ese sentimiento de identidad y ese orgullo de ser extremeño», reflexiona Florentino Blázquez.

Y no se trata de nacionalismos, insisten. «Ni tampoco de que los niños se pongan a bailar todos los días el Candil, sino de que en la educación existan unos mínimos obligatorios sobre Extremadura que se deberían conocer y que se ponga en valor lo que somos y lo que tenemos, que conozcan nuestros pueblos y sepan quienes son Luis Chamizo o Reyes Abades. No será el mejor ejemplo, pero las ikastolas (escuelas vascas) también han hecho cosas bien para mantener y divulgar la identidad y la cultura del pueblo vasco», insiste Sancha. Detrás de la propuesta hay otra aspiración, desterrar la etiqueta de «cateto» que impregna en ocasiones aquello relacionado con el pasado extremeño. «Las nuevas generaciones no sienten orgullo por nuestra cultura, por nuestra música, los trajes típicos... ¿Por qué no cuaja aquí ese sentimiento que sí se ve en otras comunidades?».

En torno a Joaquín Sancha se han reunido otros entusiastas que están trabajando por poner en pie una iniciativa popular. «Estamos investigando y estudiándo qué se hacía y cómo antes de plantear una propuesta formal, porque evidentemente la sociedad de los 80 no es la actual», precisa. Cuentan para ese trabajo previo con el apoyo de los padres de la Semana de Extremadura en la Escuela que les están animando aunque avisan de que el camino no será fácil. «Es fundamental el entusiamo, mucho trabajo y un respaldo cultural o institucional».

En la actualidad, el currículo de Primaria (del 2014) recoge entre sus objetivos «conocer los aspectos fundamentales de las Ciencias de la Naturaleza, las Ciencias Sociales, la Geografía, la Historia y la Cultura, incidiendo especialmente en lo relacionado con Extremadura», explican desde la Consejería de Educación. La norma incide en que los niños deben conocer los ecosistemas de la región, los tipos de clima, los ríos, la flora y la fauna, las instituciones, los acontecimientos históricos, juegos y coreografías populares,... Pero eso está sobre el papel y muchos siguen echando en falta un impulso mayor. «Hay colegios que hacen las cosas muy bien y maestros que están muy implicados, pero muchas veces depende de su propia voluntad y criterio y creo que hay que ir más allá». «Hay que promover esa identidad regional y para eso son fundamentales las vivencias, los viajes, la convivencia,...», insiste Caballero.

En Secundaria, aquella optativa de Cultura Extremadura implantada en 2002 desapareció con la LOMCE y se sustituyó por materias de oferta propia que elaboran y proponen los propios centros y que autoriza la consejería. Y ahí también hay buenos ejemplos de extremeñismo. «Entre las materias más solicitadas por los centros está Robótica, pero también las hay relacionadas con la cultura extremeña que están impartiendo ahora en los centros solicitados como Arte y Artesanía de Extremadura, Cultura Audiovisual en Extremadura, Juegos, Danzas y andanzas extremeñas o La Música en Extremadura», explican desde la administración educativa. «Se puede hacer mucho más».