Objetivo cumplido. El Tribunal Supremo, por 22 votos a siete, ha acabado con las dudas. No se puede objetar a la asignatura de Educación para la Ciudadanía; la materia no es un "adoctrinamiento" de los niños, como sostenía el PP, y los padres podrán impugnar los contenidos de los libros de texto si piensan que vulneran sus derechos constitucionales.

De hecho, tras dos jornadas y media de debate entre los 29 magistrados de lo contencioso-administrativo y tras revisar el contenido de algunos de los libros de texto, el pleno admite que pueden surgir problemas en la plasmación de la asignatura por parte de las editoriales que redactan los manuales. Por ello, entiende que los padres pueden impugnarlos: "No tienen que tragarse todo lo que dicen los libros".

Sin embargo, esta impugnación no eximirá a sus hijos de estudiar Educación para la Ciudadanía. En estos casos, los padres tendrán que acudir primero a la inspección estatal y autonómica, luego a la administración y finalmente a la justicia.

La sentencia, que aún no ha sido redactada, no concretará qué se puede decir o qué no en los libros de texto, según fuentes jurídicas. "No establecerá categorías dogmáticas". Los magistrados han optado por sentar una doctrina general que se pueda aplicar sin problemas a los 134 recursos que quedan pendientes de resolver.

Lo cierto es que los contenidos de los manuales que estudian los adolescentes españoles ofrecen visiones muy dispares. Sobre la familia , los libros de la editorial Casals dicen que es una denominación exclusiva para heterosexuales, mientras los de Algaida recoge siete tipos y los coloca en el mismo nivel.

En torno a la homosexualidad , Octaedro dedica tres capítulos a estudiar esta realidad social y afectiva. Akal equipara su persecución a la de judíos y comunistas. SM pide respeto y comprensión para ellos.

Sobre el sexo , textos conservadores lo ligan a la procreación y al amor. Para los manueles de Octaedro es también una forma de canalizar el placer. Laberinto diferencia sexualidad y sexo. En cuanto al aborto , Casals lo define como un "homicidio y un acto gravemente inmoral". El resto apenas lo mencionan o lo consideran el fracaso de la educación sexual.

Por último, sobre la religión Casals ve la aconfesionalidad del Estado como una prohibición de la religión en la vida público. Y Laberinto alerta de sectarismos actuales como el clericalismo y el nacionalismo.