El menor J. A. R., de 17 años, ha tenido tiempo de sobra en un mes para conocer los entresijos más oscuros del sistema de reforma de este país. Ingresó por un periodo de tres meses como medida cautelar hasta que se celebre un juicio por lesiones, que él niega haber cometido, según su madre, Tomasa Molina, y su hermana, Sheyla Rocho. Pero "de treinta días, ha pasado tres en el módulo, el resto castigado. Ha acumulado más de 20 expedientes en este tiempo, por cualquier cosa abren uno, cuando es la rebeldía adolescente; nadie educa, solo castigan", señalaron.

Las dos manifiestan que se encuentran en una situación desconocida para la familia y que no saben qué hacer. Cuando tuvieron conocimiento de lo que le ocurría a J. A. R., no sabían a quién acudir ni a dónde. El menor les contó "que lo sedan, lo atan con correas, le golpean y lo encierran en celdas de castigo que llaman Uci, un espacio muy reducido con una cama en los que puedan pasar días de pánico", según Sheyla. Y añade que "no se recatan de agredirlos si los tienen que reducir".

La familia lo vio "sedado en una visita que mejor que no haber hecho; estaba completamente perdido, drogado. Pedimos un informe forense, que nos dijeran qué le inyectan y los partes médicos de las veces que lo han atendido, pero no nos han dado nada y pensamos que así, sin papeles ni documentos no podíamos denunciar en ningún sitio". Tomasa explicó que, una vez que hablen con el abogado --de oficio-- que lleva el caso de su hijo, acudirá a la Fiscalía de Menores para denunciar lo ocurrido.

Otro suceso que les han ocultado es el intento de su hijo de cortarse las venas. "Tiene una cicatriz, y cuando nos enteramos preguntamos al director que por qué no se nos informó y nos dijo que no están obligados a hacerlo si no es grave, y que en estos casos le atendió la compañía médica del centro".

También pidieron que viera al joven un psicólogo, sin que hasta ahora lo hayan hecho, "Ayer --por martes--, tenían que haberlo llevado, pero nos dijeron que no había policía para su traslado".

La familia denuncia el secretismo del centro y pide que lo vea un psicólogo y se investigue lo que le ocurre a su hijo.