Margarita Mir vive en Cáceres desde hace más de 15 años y nunca le ha ido tan mal como hasta ahora. Nació en Barcelona. Desde que está en Extremadura ha regentado varios bares en Aliseda y Cáceres. Los dos los cerró, el último por diversos problemas con el consistorio y desde entonces no levanta cabeza. Lleva varios años trabajando de forma esporádica, pero últimamente conseguir empleo le está costando más de la cuenta.

El último que tuvo duró siete meses cuidando a una anciana. "Cobraba unos 300 euros, es poco, pero menos es nada. Como no estaba dada de alta no tengo derecho a nada". Está separada y tiene dos hijas, vive con una de ellas de 17 años. Las dos se mantienen de la pensión que su exmarido pasa a su hija, 250 euros. "Si comes no pagas y si pagas no comes. Aún así no llegamos y vengo a buscar algo de comida al comedor social --Hermanos de la Cruz Blanca en Cáceres-- desde hace un año y un amigo me ayuda a pagar las facturas". "Es muy duro, no pensaba verme así nunca". Su situación mejoraría con un empleo y una vivienda social, que le rechazan, puesto que en la que vive no es solo suya. Cuando escucha a los políticos hablar de la crisis en la televisión dice que desconocen lo que significa esa palabra. "Yo no he visto a ninguno delgadito. Esto al final explotará por algún lado".