El sondeo realizado por Vox Publica para este periódico plantea con gran precisión las tres cuestiones esenciales que vienen apareciendo en todas las encuestas realizadas al filo de la campaña: primero, que la valoración de José Luis Rodríguez Zapatero gana terreno y aumenta el número de quienes creen que un cambio de gobierno en España sería conveniente; segundo, que pese a ello muchos están convencidos de que será Mariano Rajoy el que gane el envite electoral; tercero, que la mayoría absoluta que persigue el PP está en el alero. La horquilla de este sondeo plantea de hecho dos supuestos: o los populares se quedan en mayoría relativa pero les basta con el apoyo habitual y ya tasado de Coalición Canaria o ni siquiera este apoyo les es suficiente y necesitan la aquiescencia de CiU. Si su partido se queda por debajo de los 172 diputados, a Rajoy le sabrá amarga la victoria.

Rajoy se cruzó ayer en Bilbao con Llamazares, el candidato de IU. Sus mensajes fueron muy distintos, por supuesto. El nuevo líder del PP se presentó abiertamente como la única alternativa real al nacionalismo. La tarde noche anterior, en Salamanca, había incluido en su discurso una serie de emplazamientos sucesivos a Zapatero para que éste anunciase su ruptura con Esquerra Republicana y el malvado Carod-Rovira. A las ocho y pico, a las nueve, a las nueve y pico, Mariano Rajoy dio la hora muy enfático y anunció al público que su oponente todavía no había dicho nada al respecto. "Aún está usted a tiempo, señor Zapatero", animaba el popular en un esfuerzo retórico muy apreciado por la concurrencia. Pero hasta el día siguiente no dijo el socialista esta boca es mía. Lo hizo en Las Palmas con cierto recochineo: "Si el señor Rajoy quiere preguntarme algo, ¿por qué no lo hace cara a cara, aceptando el debate público al que se viene negando?".

Oídos estos intercambios de agudezas, podría creerse que en las últimas setenta y dos horas Rajoy está más apurado y Zapatero más tranquilo. ¿Será por los últimos sondeos? ¿O quizás el presidenciable del PSOE ha decidido que, yendo de perdedor, lo mejor que puede hacer es pasarle la presión al favorito?

No es lo mismo

Naturalmente no es lo mismo para el PP renovar la mayoría absoluta (176 escaños) que quedarse a merced de los nacionalistas catalanes. Si ni siquiera pudiera asegurar su gobierno con el respaldo de los 3 o 4 diputados nacionalistas canarios y necesitara de CiU, ¿qué precio pondrían los catalanes por su apoyo o cuando menos su abstención? Sin duda muy alto. Perdida la Generalitat y presionada por el irresistible ascenso de Esquerra Republicana, la coalición que lideran Mas y Duran Lleida hilará muy fino y venderá muy caro su apoyo, sea por acción o por omisión. Dos líneas maestras de la actual política del PP quedarían tocadas, si no hundidas: el cerrojazo al desarrollo autonómico y el PHN (cuya obra maestra, el trasvase del Ebro, está siendo rechazada de plano por los organismos de la UE y puede quedarse sin la necesaria financiación comunitaria). CiU quiere un nuevo Estatuto para Cataluña y un concierto económico similar al vasco. Y además los convergentes han retirado su apoyo al Plan Hidrológico Nacional. ¿Qué hará Rajoy si, como su predecesor, se ve obligado a hablar catalán en la intimidad?

¿Y el voto oculto?

El sondeo de Vox Pública plantea un escenario complejo y cambiante. La clave está como siempre en el voto oculto y su inclinación final. Puede pensarse que, si tan gran mayoría tiene la convicción de que gana el PP, los sufragios ocultados a los encuestadores irán en esa dirección, porque el público siempre quiere estar del lado del previsible ganador. Pero cabe otra interpretación, de acuerdo con la cual la sensación de que Rajoy está predestinado a vencer puede paralizar los votos a su favor y mover los de sus adversarios. Claro que, como éstos son varios, siempre cabe esperar que tal dispersión aminore el efecto de un aluvión final progresista.

Por si acaso, el principal candidato popular cada vez pronuncia más la palabra centro , aunque no desdeñe los mensajes más derechistas. Dice la leyenda que en la calle Génova trabajan expertos arúspices capaces de escrutar la opinión pública y decidir qué palabras y actitudes permitirán mantener la campaña del PP viento en popa hacia la única victoria posible, la mayoría absoluta. En una semana lo comprobaremos.