En la útima jornada de campaña para las elecciones legislativas portuguesas de mañana -hoy es jornada de reflexión-, el partido socialista tenía guardado un as en la manga: el futbolista Luis Figo, un ídolo en Portugal. Figo se reunió ayer con el primer ministro José Socrates para mostrarle su apoyo. "Sócrates es un hombre honesto y profesional", dijo. Y éste le devolvió el cumplido y mostró su "orgullo" por el respaldo del exjugador, al que calificó de ±uno de los héroesO de su generación, y su deseo de ±estar a la alturaO. Por la tarde, también el presidente del Benfica expresó públicamente su apoyo a Sócrates.

En las filas socialistas se guardan las formas, pero hay muchas sonrisas de oreja a oreja y no solo por esos apoyos tan mediáticos. Después de que los últimos sondeos hayan coincidido en dar a Sócrates una ventaja en torno a los 8 puntos frente al PSD, en el ambiente se masca la goleada. A la misma hora en que Sócrates departía con Figo, la candidata conservadora, Manuela Ferreira Leite, recorría las calles del Chiado lisboeta al grito de "victoria", rodeada de simpatizantes que ondeaban las banderas naranjas del PSD. Pero se diría que con algo menos de convicción.

Y es que las encuestas de los últimos días son para bajar la convicción a cualquiera; también a una Ferreira Leite que antes de la campaña se veía ganadora porque ya obtuvo la victoria en las últimas elecciones al Parlamento Europeo. La encuesta publicada por el Diario de Noticias da a Sócrates 100 escaños (la mayoría absoluta es 116) y a Ferreira 80, 15 menos de lo que auguraban los primeros sondeos, hace apenas 15 días.

El Bloco de Esquerda (izquierda alternativa y más radical que los comunistas) puede lograr 22 escaños, mientras que el PCP tendría 13 y el CDS (a la derecha de Ferreira) lograría 15.

A partir del lunes, un Gobierno muy probablemente en minoría deberá lidiar con la cruda realidad, conformada por una economía estancada desde el 2001, que destruye empleo a toda velocidad -de agosto del 2008 al pasado cerraron 46 empresas cada día-, y con unos índices de competitividad, fracaso escolar y desigualdad social muy acusados. En un país donde la vida es ligeramente más cara que en España --aunque algunos servicios, como la restauración, son la excepción y pueden llevar a engaño a los turistas-- los salarios son un 30% inferiores a la media.