Con las estadísticas podemos hasta volvernos locos, locos de alegría. Sobre todo si nos fijamos solamente en la cara de los datos, y no en el envés. Cuando miramos el envés, podemos hasta enfurecernos según en quién pensemos. Así, el elevado número de "niños usuarios" que nos aparece en los últimos datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística (INE) refleja, sin duda alguna, la fuerte influencia que tiene la implantación de los ordenadores en las aulas. Pero miremos el envés.

Después de las comunidades autónomas de Murcia y Canarias (que presentan porcentajes muy parecidos), Extremadura es la región española con menor porcentaje de niños usuarios de las nuevas tecnologías "desde casa". Ciertamente que el acceso a los ordenadores, aunque sea a ratitos y para menesteres muy concretos, en las aulas, convierte a nuestros niños en usuarios, como ocurre también en el País Vasco, que es la única región en donde en mayor porcentaje se utiliza el ordenador desde el centro de estudios. Pero claro, en el País Vasco no se utiliza únicamente "en el centro de estudios". Allí el 92,4%, esto es la práctica totalidad, lo utiliza también en su casa.

Por el contrario, esas mismas tres regiones (Extremadura, Murcia y Canarias) destacan por tener un porcentaje sensiblemente superior de niños usuarios de los cibercafés y establecimientos similares (en los cibercafés del norte del país sólo hay inmigrantes y estudiantes Erasmus procedentes de la Europa del Este). Lo que estos datos nos están mostrando es un profundo desajuste entre el acceso escolar a las Tecnologías de la información y la comunicación (TIC) y el acceso efectivo, que es el que se realiza desde los hogares. Y ello explica el otro dato sólo aparentemente inexplicable: y es que el móvil es, además de un teléfono, el auténtico ordenador para pobres. Es, por tanto, un dato a lamentar, no del que felicitarnos.

Nuestros niños lo utilizan para consolarse porque no tienen ordenador. Y esto es especialmente grave, porque si la Sociedad Telemática ofrece grandezas y miserias a los usuarios, la cultura popular del móvil (mensajes cortos --sms--, politonos, videojuegos prehistóricos, anuncios, seudonoticias sesgadas y ´cutrechats´) resume lo peor de estas nuevas tecnologías.

XAfortunadamentex, y frente a esos nada positivos datos, estamos asistiendo a un cambio de orientación en profundidad en las políticas relacionadas con la Sociedad Telemática en la comunidad autónoma de Extremadura. Por fin las medidas se centran en el núcleo de la fractura social (el hardware, la infraestructura), y no en lo periférico (el software, que cualquier puede piratear, lo que no puede hacerse ni con un ordenador, ni mucho menos con la red telemática).

En este sentido, la promesa de la vicepresidenta segunda de la Junta de Extremadura y consejera de Economía, Comercio e Innovación, María Dolores Aguilar, de entregar un portátil a cada nuevo universitario al matricularse en la Universidad de Extremadura me parece un avance radical (algo que habría que hacer en Educación y que deberían extender a la Formación Profesional para hacerla más atractiva y porque así los ordenadores llegarían a los sectores sociales más débiles), o la apertura de nuevas líneas de negociación/presión sobre las operadoras telefónicas para la mejora de nuestras redes, sí que constituyen pasos reales en la lucha contra la fractura digital, que es lo que configura la nueva expresión de la desigualdad.

Si efectivamente eso se traduce en la mejora de las redes de telecomunicaciones en la comunidad extremeña y la dotación en el hogar de recursos, quizás podamos todavía recuperar el tiempo perdido en la periferia del asunto.

*Sociólogo y profesor de la Universidad de Extremadura. Ha realizado diferentes trabajos e investigaciones sobre temas como la urbe global, Internet, el botellón y la fractura o brecha digital.