Antonio Carrasco y su hijo de 17 años, Antonio también, viven solos en Badajoz desde hace cinco años cuando se rompió su matrimonio. Forman una familia monoparental y según reconoce son "un caso raro". No podría definirse raro --en la región hay más de 7.000 hogares compuestos por hombres que viven solos con sus hijos--, pero si escaso, ya que no llegan al 25% los padres extremeños que tras una separación ostentan la custodia de los hijos. La mayoría de las veces es otorgada a la mujer. "Tuve un hijo y no iba a renuncia a él". "A mí lo único que me faltó fue parirlo".

Antonio hijo pasa temporadas con su madre durante las vacaciones escolares y algunos fines de semana, siempre de mutuo acuerdo y sin trabas para elegir con quien quiere estar.

Este padre está muy feliz de tener a su hijo, pero reconoce que es difícil atender al trabajo, la casa y su educación. "En pareja tienes más apoyo, pero una personas sola se queda un poco coja". Entre padre e hijo llevan la casa a la perfección. "En las tareas no ayudamos, hacemos de todo, excepto planchar", dice.

Ahora que su hijo ya es mayor conciliar la vida laboral y familiar resulta más fácil. Pero antes tenía que recurrir a ayuda externa para poder hacer frente a todo. Y es que el trabajo se multiplica y los gastos siguen siendo los mismos. "Hay que echar muchas cuentas para llegar a fin de mes", asegura Antonio, que "no cambiaría la felicidad que yo tengo con mi hijo por nada del mundo".