Ignacio ha dejado atrás aquellos momentos de la infancia en los que --rodeado de humo, olor a goma quemada y en medio del estruendo de los motores que rugían y los tubos de escape que explotaban-- miraba atónito aquellas monturas que, cada mes de julio, acudían a la concentración de motos de Jaraíz. Ahora aquellos sueños, que se colmaban con la ilusión de poder subirse en uno de esos potentes vehículos de dos ruedas, han comenzado a cristalizarse en la realidad y guarda en el garaje, desde hace un par de meses, una Suzuki GSXR de 600 centímetros cúbicos.

Es piloto novel y de momento no puede coger motos de gran cilindrada, pero con lo que tiene se conforma para "ir tirando". Eso sí, los fines de semana están reservados para realizar rutas, en las que participan habitualmente Alvaro, Alfredo o Raúl, algo más veteranos que él en el mundo de las dos ruedas. "Se ven algunas barbaridades por ahí. Hay locos que va 150 por hora carreteras de 90 o que adelanta en tramos de línea continua... Pero son los menos, a lo mejor dos de cada 10", reconoce.

Por eso no le extraña que los accidentes de moto se hayan disparado. "Hay más motos y por tanto es normal que también haya más accidentes", reflexiona antes de reconocer que sobre el asfalto ha visto barbaridades como "adelantar en una curva utilizando el carril contrario o incluso realizar caballitos en plena carretera".

Mucha responsabilidad

Alvaro, además de amigo, es compañero de fatigas de Ignacio por las carreteras extremeñas. Se compró su Suzuki GSXR la pasada primavera y desde entonces no ha cesado de hacer kilómetros por la región. "Hay que saber muy bien lo que tienes entre las manos. Tienen mucha potencia y la estabilidad, evidentemente, no es la misma que en un coche", apunta.

Para él, el problema reside tanto en la falta de formación como en las imprudencias. "La moto es riesgo y algunos ni lo saben ni quieren darse por enterados. También es cierto que hay más loco con scooter que con moto", comenta. Aunque tampoco se olvida de los elementos externos la destreza del piloto: "También influyen las carreteras. Las hay que están muy mal, con mucha arena, con grava suelta, con baches... Incluso mal señalizadas", explica.

En el poco tiempo que llevan en este mundo, aún no han sido testigos de ningún accidente grave, aunque sí han presenciado algunas caídas leves y se han llevado algún que otro sustillo. "A veces se te va un poco la rueda de atrás o patina con algo y tienes que compensar con el cuerpo para evitar caerte; pero lo peor son los coches. Normalmente respetan poco a los motoristas y eso crea situaciones peligrosas", advierte Alvaro.

Carlos Bolaños, por su parte, apunta hacia otras circunstancias: "Mucha gente se casa, tiene familia y deja durante un tiempo la moto. Cuando unos años después vuelve a cogerla la destreza ya no es la misma y el estado de la moto puede que tampoco sea el más adecuado".

De momento, ellos siguen disfrutando de la conducción a lomos de sus motos, del viento chocando contra el cuerpo, sin más protección que el casco, el traje y la cordura y destreza que pongan en su pilotaje.