La angustiosa perspectiva de que Estados Unidos se haya metido en un nuevo Vietnam al invadir Irak ha desatado una catarata de críticas contra el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, por parte de militares retirados y en activo. La firme resistencia iraquí ha pulverizado las perspectivas de una guerra corta y con pocas bajas, y los militares culpan a Rumsfeld de haber impuesto sus puntos de vista al forzar la entrada en Irak con un dispositivo demasiado ligero y desprotegido, que está sufriendo un gran número de bajas.

Le acusan de desoír la propuesta de los mandos militares, que pedían retrasar la invasión hasta que hubiera un mayor volumen de tropas y armamento pesado en la zona. "¿Por qué se empeñó en dirigir las fuerzas militares un hombre de negocios?", preguntaba ayer desde The Washington Post el general retirado Barry McCaffrey, que combatió en la guerra del Golfo. Según este militar, la razón es que Rumsfeld "no confiaba en que los generales supieran lo que estaban haciendo".

VETO A LOS QUE COMBATEN

Otra fuente en activo del Pentágono, citada por el mismo diario, denunció además que "los civiles" de Rumsfeld, vetaron las prioridades y el despliegue de fuerzas en la región que habían pedido los militares, "que son quienes combaten". Esto, añadió la misma fuente, ha dejado al ejército desplegado en Irak "sin la mezcla adecuada de unidades de combate y apoyo a las tropas".

Otra fuente del Pentágono, que también arremetió contra el secretario de Defensa, sostuvo, a través de The New Yorker , que Rumsfeld "pensó que sabía más --que los militares--, y fue él quien tomó las decisiones clave, basadas en premisas equivocadas, en cada fase de la planificación". Entre esos errores clave, está la presunción de que el Ejército iraquí se hundiría nada más comenzar el conflicto y que sus tropas se rendirían en masa; que la campaña de bombardeos masivos para "conmocionar y aterrorizar" convencería a los mandos militares de Sadam de que era inútil toda resistencia, y que la población acogería a las tropas de EEUU como libertadoras.

Nada más lejos de la realidad. Once días después de iniciarse la guerra no sólo no se han cumplido estas expectativas, sino que los muertos estadounidenses empiezan a apilarse --ayer eran 39--, y tanto el presidente Bush como Rumsfeld se esfuerzan en preparar para un mayor baño de sangre a una opinión pública cada vez más preocupada.

"Sospecho que los días más peligrosos y difíciles están aún por llegar", reconoció el jefe del Pentágono. No obstante, para evitar que flaquee el apoyo a la guerra, Washington se ha guardado bien de mostrar a sus muertos en público, como sí ha hecho Gran Bretaña al recibir con honores y gran cobertura televisiva a los primeros cadáveres repatriados de sus 24 bajas.

Rumsfeld se resistió ayer a ser el chivo expiatorio de la mala marcha de la guerra, y negó haber privado a los militares de las tropas que solicitaron al iniciar la campaña contra Irak. También el presidente del Alto Estado Mayor, general Richard Myers, declaró que las críticas al plan bélico de Washington eran "infundadas", y reiteró que su artífice fue el general Tommy Franks, comandante en jefe de las fuerzas estadounidenses en el golfo Pérsico.

FRANKS QUERIA ESPERAR

"Tenemos las tropas que necesitamos", insistió Myers, firme en la versión oficial del Pentágono de que la guerra marcha según lo previsto. El propio Franks negó desde Doha (Qatar) haber solicitado más tropas antes de lanzar la invasión, aunque The New Yorker reveló que el general quería esperar, al menos, hasta que llegaran a Kuwait las fuerzas de la Cuarta División de Infantería.

Esa división acorazada debería haber abierto un frente norte desde Turquía, pero no pudo hacerlo porque Ankara negó el permiso para usar su territorio. Franks negó que se haya producido ninguna "pausa operativa" en el avance hacia Bagdad. "Ese no es el caso", dijo, aunque no descartó que la guerra se prolongue hasta el verano.