Un estudio del Ministerio de Medio Ambiente señala a Extremadura como una de las zonas de la Península Ibérica donde más se notarán los efectos del cambio climático. De esta forma, a lo largo de este siglo las temperaturas veraniegas subirán en la región entre 3 y 7 grados --dependiendo del nivel de contaminación--, lloverá menos y los ríos extremeños podrían perder más del 10% de su caudal en 20 años.

El informe, titulado Principales conclusiones de la evaluación preliminar de los impactos en España por efecto del cambio climático , ha sido elaborado por encargo de la Oficina Española de Cambio Climático, dependiente del ministerio, y lo ha desarrollado un grupo de casi cincuenta expertos coordinado por la Universidad de Castilla-La Mancha. El objetivo, analizar los riesgos que se derivan del cambio climático y comenzar a trabajar cuanto antes para paliarlos.

CAMBIOS CONFIRMADOS El primer punto analizado es el que se refiere a las temperaturas. En este sentido, ya en el siglo XX, especialmente desde la década de los setenta, se registró en el planeta un aumento global de la temperatura media que se situó en 0,6 grados, un aumento que en el observatorio de Badajoz alcanzó los 0,9 grados, según los datos del Centro Meteorológico Territorial. A la hora de predecir qué va a ocurrir a partir de ahora el problema de los cálculos es que esto dependerá en gran medida de la actuación del ser humano, cuyas actuaciones son las principales responsables de este cambio climático. Es decir, que la temperatura subirá en mayor o menor medida en función de las medidas que se adopten.

En el caso de Extremadura, el estudio de Medio Ambiente señala que, aplicando los escenarios contemplados por los técnicos de Naciones Unidas, hasta finales de siglo la temperatura media podría subir hasta 7 grados en verano y 3 en invierno.

Aunque son previsiones a largo plazo, los cambios podrían empezar a notarse en no muchos años, puesto que se prevé que antes del 2040 ya haya una subida en verano de más de 2 grados. Sin embargo, hay que tener en cuenta que esto ocurrirá si continúan aumentando al ritmo actual las emisiones de CO2. Si, por el contrario, estas emisiones sufriesen un frenazo , el aumento de temperatura en la región podría reducirse.

Por lo que se refiere a las precipitaciones, y aunque el propio informe reconoce que sus conclusiones no son definitivas, en invierno aumentarían ligeramente en las próximas décadas, y se mantendrían estables a partir del 2040. En verano, por el contrario, sufrirán un descenso a corto plazo que podría alcanzar el 5% de la media actual.

Estos dos factores --aumento de la temperatura y bajada de las precipitaciones-- tendrán un efecto directo sobre los recursos hídricos de la región. En concreto, el estudio de la Oficina del Cambio Climático tiene claro que habrá "disminuciones importantes" de esos recursos, hasta el punto de que en el 2030 la cuenca extremeña del Guadiana perderá entre 6% y el 14% de su caudal y la cuenca del Tajo entre un 4% y un 10%. A finales de siglo la reducción media de los recursos hídricos españoles superará el 20% y las cuencas más afectadas serán, por este orden, las del Guadiana, Canarias, Segura, Júcar y Guadalquivir.

Es previsible, continúa el estudio, que todos estos cambios afecten de forma directa a todos los ámbitos de la naturaleza. Es decir, desde la composición del suelo a los animales pasando por la vegetación. Aunque aún no hay suficientes datos para valorar con exactitud la magnitud del impacto del cambio climático, los expertos señalan que provocará efectos curiosos .

IMPACTOS DISTINTOS Así, mientras los ecosistemas de la región atlántica (en la que se incluye Extremadura) podrían incluso aumentar su productividad, ésta bajará en la zona mediterránea.

Habrá un mayor riesgo de incendios forestales y las especies animales autóctonas tendrán que soportar la invasión de especies foráneas. Además, el cambio en el ciclo de las temperaturas --más días de calor extremo y menos de frío intenso-- hará que se modifiquen los ciclos de migración y reproducción.

Por lo que se refiere al sector agrario, será uno de los más afectados. En el sur de España será más frecuente el denominado estrés térmico , por lo que habrá que aumentar los riegos en determinados casos. En la parte positiva, las temperaturas más suaves del invierno permitirán aumentar la productividad en esta época. Por otra parte, el informe avisa de la necesidad de estudiar nuevas estrategias para las plantaciones de frutales, olivares y vid, que deben readaptarse.