Lo llaman el oro rojo de Extremadura. No en vano esta región produce la mayor parte del tomate con destino a la transformación de toda España, que es ese tomate concentrado que se utiliza para la elaboración de gran parte de las salsas, tomate frito, triturado, troceado, ketchup o en conserva que los españoles consumen en sus casas. Para procesar 1,5 millones de toneladas de tomate --o de lo que sea-- es necesario contar con toda una industria implantada en Extremadura que pueda dar salida a tiempo a todo el producto que constantemente va llegando a las industrias en camiones y tractores procedentes directamente del campo.

Una de estas plantas de transformación es Tomalia, implantada en Santa Amalia con unas instalaciones inauguradas en 2003, que durante los meses de campaña contrata a 160 personas que se organizan en hasta cuatro turnos diarios para procesar hasta 2 millones de kilos de tomate al día.

El laborioso proceso se inicia con la comprobación de la calidad del tomate que llega del campo, su pesaje y lavado en modernos sistemas en cadena que llevan al fruto de un lado a otro hasta quedar en las condiciones óptimas para su procesamiento. De ahí directamente a la cadena de selección, se le quita la piel y se introduce en grandes máquinas que convierten el tomate en una pasta concentrada que reduce en hasta diez veces el volumen de la materia prima.

"Este año la campaña viene bien", afirma el gerente de la planta, Miguel González, aunque como casi siempre en estos casos, hay un pero. En esta ocasión son las lluvias del mes de mayo, y sobre todo el granizo, que atizó con fuerza en las zonas de producción de este cultivo. Ello ha provocado un retraso de una semana en el inicio de la campaña y reducirá la producción del tomate temprano en un 15%. Habrá que esperar hasta las variedades mediana, y sobre todo la tardía, que será la que, según Ricardo Cuéllar, coordinador de la Mesa del Tomate en Extremadura, finalmente "marque la campaña de este año.