Tony Blair tuvo ayer que comparecer ante los británicos para pronunciar las palabras de condena y repudio que llevaba años temiendo que algún día habría de hacer. Después de Nueva York y Madrid, la zarpa del terrorismo se había abatido sobre Londres. Con más de una treintena de víctimas mortales y 700 heridos reconocidos oficialmente, Blair prometió en una breve declaración grabada a media tarde en Downing Street, "la más implacable acción de los servicios de seguridad", para que los responsables de los atentados "sean llevados ante la justicia".

Tras expresar sus "profundas condolencias a las familias de la víctimas" y rendir "tributo al estoicismo y la resistencia de la gente de Londres, que han respondido como suelen hacerlo", Blair agradeció la nota del Consejo Musulmán de Gran Bretaña condenando el atentando. "La mayoría de los musulmanes, aquí y en el extranjero, son gente decente que acata las leyes y que abominan de este acto de terrorismo, igual que nosotros", señaló el primer ministro.

LAS SEÑAS DE AL QAEDA Horas más tarde, el titular de exteriores, Jack Straw, avanzaría la hipótesis de que el atentado tenía "las señas de Al Qaeda". Según Blair, los terroristas "están tratando de sacrificar gente inocente para acobardarnos". Pretenden "cambiar nuestro país y nuestro estilo de vida, pero no nos dejaremos intimidar", indicó con firmeza. Sus últimas palabras fueron un desafío a los autores de los ataques: "Hoy es un día muy triste para la gente de este país, pero estamos dispuestos a mantener el estilo de vida británico", subrayó Blair.

Antes de su alocución, el jefe del Gobierno había reunido en Downing Street una célula de crisis, el llamado comité Cobra, integrado por miembros del Gobierno y los responsables de las fuerzas de seguridad. El Reino Unido en general y Londres en particular estaban desde los atentados del 11 de septiembre del 2001 en EEUU bajo amenaza terrorista. Tras la campaña en Afganistán, y sobre todo, tras la posterior decisión de participar en la guerra de Irak, Blair atrajo la ira de los radicales islamistas que prometieron vengarse.

ADVERTENCIAS POLICIALES Las autoridades británicas no han cesado de advertir a los ciudadanos que algo como lo que ocurrió ayer era casi inevitable. En el 2002 Blair declaró que "la amenaza de un ataque de Al Qaeda" era "real y seria". Dos años más tarde, Scotland Yard anunció que había desbaratado varios complots para realizar atentados. Pero los mandos policiales insistieron en que una acción de ese tipo era "inevitable".

Los equipos de emergencia, bomberos y ambulancias, llegaron incluso a simular en septiembre del 2003 un ataque químico en el metro de Londres. En la operación, en la estación de Bank, se detectaron algunos problemas de interferencias en las comunicaciones por radio. La preparación, en un país que lleva años luchando contra el IRA, no ha impedido que sucesos como los de ayer se produzcan. Actos que sin embargo no harán variar un ápice la política del primer ministro Blair.