En ocasiones, además del tratamiento médico, enfermos de cáncer y familiares precisan un tratamiento psicológico, que es difícil de encontrar en la sanidad pública, ya que no suele contar con la denominada Psicooncología. La Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) cubre esta necesidad mediante un equipo de especialistas que trabajan en las distintas sedes provinciales.

"Se trata de ofrecer un apoyo psicológico tanto para el enfermo como para los familiares que necesitan ayuda, tanto una vez conocido el diagnóstico, como en cualquier momento del tratamiento o tras finalizarlo", asegura Carmen López, psicóloga de la Asociación Española Contra el Cáncer de Cáceres.

Carmen suele atender en la consulta de la asociación en Cáceres una media de cinco pacientes diarios, procedentes de toda la provincia, que precisan ayuda o asesoramiento --tanto enfermos como familiares--.

"Hay veces que la ayuda la necesita más la familia que el enfermo, porque éste suele sentirse más arropado por familiares y amigos y la propia familia es la que lo pasa peor durante el proceso", sostiene la psicóloga, que una vez a la semana también acude al hospital a visitar a los pacientes y sus familiares, o atiende al enfermo en su domicilio si es necesario.

El tratamiento

El primer paso de estos psicólogos es recibir en su consulta a los pacientes que derivan los especialistas o los médicos de cabecera, "aunque muchos acuden porque conocen este servicio", señala Carmen. Tras ello, se realiza una valoración psicológica y se inicia un tratamiento que se prolonga hasta la recuperación del paciente.

La Psicooncología señala que el enfermo con cáncer atraviesa tres fases en las que suele necesitar ayuda. Una primera en la que el paciente debe comenzar a vivir con su enfermedad y con su diagnóstico y una segunda que se inicia con la intervención quirúrgica y el tratamiento médico. En estas dos fases, indican los psicólogos, el paciente debe recibir el apoyo emocional necesario para aceptar y superar la realidad del mejor modo posible. Durante este tiempo, el enfermo ha estado centrado en sí mismo, por lo que la tercera fase se produce cuando vuelve a casa e inicia la adaptación familiar y la reincorporación a sus actividades laborales y sociales.

"Hay pacientes que precisan ayuda cuando conocen el diagnóstico, otros lo llevan todo muy bien y es al final, cuando superan todo, el momento en el que se vienen abajo", señala Carmen, que incide en que "la vida cambia, y cuando el enfermo se incorpora a su rutina diaria se da cuenta de que todo ha cambiado".

En otras ocasiones, destaca Carmen, los enfermos tan sólo necesitan que alguien les asesore en todo el proceso.