La obtención de la vacuna contra el virus A/H1N1 --que se encuentra en fase de elaboración preclínica--, y la producción de dosis suficientes para abastecer al hemisferio norte, se ha convertido en una carrera comercial de enormes dimensiones. Una treintena de laboratorios persiguen ese objetivo, encabezados por la compañía Suiza Novartis y la británica Glaxo SmithKline, que fueron las primeras en recibir cepas del nuevo virus. Calculando las fases que aún debe superar dicha producción, la OMS informó que la vacuna no llegará a Occidente antes de diciembre o enero, pero Glaxo anunció ayer que su fármaco podría estar disponible antes. Aseguró que ya tiene asegurado el envío de 195 millones de dosis a Gran Bretaña, Francia, Bélgica y Finlandia.

Glaxo ha invertido más de 2.300 millones de euros en este propósito, y es evidente que, al igual que Novartis, intentará absorber el mayor número de países posible, siempre que dispongan de capacidad para financiar la vacuna. La OMS también ha advertido contra el peligro de que los países pobres no reciban el fármaco, algo a lo que Glaxo respondió ayer asegurando que donará 50 millones de dosis a los estados con menos recursos.