Para Rafa es su lugar de trabajo. Para María y Angel, el espacio donde comparten su amor. Y para Eva, un refugio. Estas son las casas de las nuevas familias españolas. Adelante.

Eva tiene 37 años y vive en un apartamento de 60 metros cuadrados con dos habitaciones en Badajoz. No vive sola. Está acompañada de su hijo de 5 años fruto de una relación que se terminó hace casi dos. Está separada.

"Vivíamos en una unifamiliar, en una urbanización fuera de Badajoz, y cuando se terminó la relación decidí irme a un piso pequeño dentro de la ciudad, así que vendimos la casa porque se nos hacía muy grande, tanto a él como a mí, yo pensaba que era demasiado grande para vivir sola con el niño", asegura Eva, quien reconoce que, a veces, echa de menos "un poquito más de espacio".

Otra de las cosas que ha cambiado ha sido que la nueva casa ya no es de su propiedad. "Decidí que alquilaría un apartamento, no pensé en ningún momento meterme en una hipoteca. De momento estamos aquí y no sé lo que puede pasar en un futuro, si tenemos que mudarnos, nos mudaremos", señala.

Rafa de Federico tiene 33 años y vive solo en un precioso dúplex. En la habitación principal tiene su cama. Y en la segunda, su oficina. Cuando está currando y levanta la vista no ve a ningún compañero, sólo su calle, su barrio o el paisaje.

Tras licenciarse como ingeniero agrónomo y viajar por Australia, Rafa encontró trabajo en una empresa alemana que buscaba un delegado comercial. Le dijeron, eso sí, que tendría que trabajar desde casa. "Ni me lo pensé", afirma. De eso hace ya cinco años. Por aquel entonces vivía con sus padres. En cuanto pudo, se independizó y optó por el alquiler. "Tenía claro que necesitaba una casa con dos habitaciones. La oficina no la puedes tener junto a la cama", afirma sonriendo.

Rafa tardó "seis meses" en acoplarse a su nueva vida de teletrabajador. Y ahora, no cambia su casa por una oficina convencional ni de broma. "Tengo flexibilidad, pero lo que curro, curro. Mi efectividad es alta y cumplo los objetivos".

¿El secreto? "La constancia". Rara vez su despertador suena más tarde de las 7.30 horas. Una vez levantado, muchos días prefiere desayunar en un bar para "despejar la cabeza". Luego, vuelve a casa, se sienta delante del ordenador y comienza su jornada laboral, que concluye a las ocho de la tarde.

La exquisita y minimalista decoración de su casa la decidió él. Al contrario de lo que les sucedió a María y Angel, que pactaron hasta el último detalle de su casa recién comprada, ubicada en una de las nuevas zonas de Mérida.

María es funcionaria y Angel informático. Tienen el perfil de los denominados dinkis . Ella tiene 36 años y él 33. Viven en un piso de 90 metros cuadrados en una urbanización con piscina y de momento no se plantean tener hijos. "Por ahora no, de momento vivimos muy bien, los dos trabajamos y no tener hijos nos permite tener mayores gastos y hacer cosas como disponer en nuestra vivienda de algunos caprichos, como dos ordenadores, o viajar de forma habitual a otros países", advierte Angel.

Ellos, al contrario que Rafael o Eva, vivían de alquiler al principio de su relación, hasta que compraron una vivienda adecuada a sus necesidades, un poco más pequeña que la anterior pero en una de las zonas de Mérida que más les gusta.