El Parlamento de Ankara aprobó ayer la petición del Gobierno de abrir el espacio aéreo turco a los aviones norteamericanos y británicos y el envío de tropas turcas al norte de Irak; es decir, al Kurdistán iraquí. Esta segunda decisión despierta un enorme recelo en los propios estadounidenses y cuenta con la total oposición de los grupos kurdos iraquís, que no pueden ocultar su nerviosismo ante la situación.

La moción, presentada por el Gobierno, recibió el voto afirmativo de 332 de los 550 diputados que componen la cámara: 202 votaron en contra y sólo uno se abstuvo. Los 15 restantes estaban ausentes. La sesión se celebró a puerta cerrada.

CONTRA LA INDEPENDENCIA

Más de 70.000 soldados turcos están ya desplegados en la tensa frontera con Irak, que se encuentra cerrada a cal y canto con alambradas. Los militares están listos para entrar en el norte de Irak, si reciben la orden de Ankara. Oficialmente, Turquía argumenta que el despliegue tiene por objeto acordonar el Kurdistán iraquí para que no se repita la crisis de 1991, cuando cerca de un millón de kurdos iraquís se agolparon en la frontera.

Las motivaciones de Turquía van, sin embargo, mucho más allá. Con el posible envío de tropas al norte iraquí pretende impedir que una victoria militar de EEUU aliente un proyecto independentista kurdo en Irak que, a su vez, incite el sentimiento separatista de los 12 millones de kurdos del sur de Turquía.