El matrimonio formado por Rosa Torrado y Mundi, con sus cuatro hijos (los gemelos Jaime y Eva de 14 años, David de 17 y Susana, de 19) vivían en el número 105 de la calle Calamón, donde también regentaban el negocio familiar, el bar Los Gemelos, a escasos 8 metros del cauce del arroyo. Aquella noche de hace diez años lo perdieron prácticamente todo, aunque salvaron lo más importante: sus vidas. Con su trabajo han logrado remontar y salir adelante en otro lugar. El negocio lo trasladaron a San Roque, donde abrieron el mesón que conserva el nombre de Los Gemelos, y aceptaron una casa en el nuevo barrio de La Granadilla, donde dice Rosa que viven bien, con muchos de sus vecinos de antes.

Antes de la riada, en otra ocasión, ya el arroyo se desbordó y el agua entró hasta una altura de 60 centímetros en el bar. Ellos vivían en el piso de arriba. La noche de la tragedia todavía quedaban clientes en el bar; Rosa recuerda que había un partido de fútbol. Estaban alerta por las predicciones meteorológicas. Después, una vez aclarado cómo ocurrió todo, esta mujer piensa que sí hubo "negligencia" por parte de quien no avisó de lo que se avecinaba, pues el agua venía de Valverde, donde ya había provocado muertes dos horas antes.

Aún recuerda que su marido estaba tapiando la puerta con sus cuñados y su hijo esperaba detrás de una ventana, cuando una ola de barro reventó la persiana y lo empujó fuertemente. Corrieron hacia la azotea, pero llegaron a temer que la avalancha sacudiese la estructura de la casa, que estaba aislada, rodeada de agua excepto por atrás. Se refugiaron en otra azotea, lo que ella llama un "palomar", en el que se resguardaron más de 40 personas. Rosa mantiene inalterable la imagen pálida de una mujer mayor allí con ellos, estaba enferma postrada en la cama y había sido rescatada.

Secuelas

"No se me olvidará en la vida; fue horrible", relata Rosa diez años después y añade que siempre persisten "secuelas psicológicas, cada vez que llueve te da pánico". Tardaron casi dos meses en irse de su vivienda y ese tiempo fue especialmente doloroso "porque siempre estábamos pendientes del río". Después se trasladaron a un piso en Fernando Calzadilla, para el que les pagaban parte del alquiler. Y cuando terminaron las casas de La Granadilla se fueron allí a vivir. No quisieron regresar al Cerro de Reyes, donde sigue casi toda su familia. Tampoco esperaron uno de los locales en el nuevo barrio del Cerro (tardaron más de 4 años en adjudicarlos) y se fueron a San Roque, donde el mesón Los Gemelos tiene una clientela merecida.

Rosa asegura que les va bien, "no nos arrepentimos de nada, trabajamos mucho, más que antes, pero no me puedo quejar de nada". Cuando se entera de las tragedias que ocurren en otros lugares, piensa: "Ojalá tengan las mismas ayudas que recibimos nosotros".