La cifra de asistencias prestadas en los servicios de urgencia de la región a causa de problemas derivados del consumo de psicofármacos (fundamentalmente ansiolíticos y antidepresivos) prácticamente ha igualado al número de las que han venido motivadas por la ingesta de alcohol. Entre enero del 2015 y agosto de este año, los servicios de urgencia hospitalaria y de Atención Primaria extremeños han atendido a un total de 755 personas por intoxicaciones producidas por psicofármacos, frente a 770 por alcohol y 125 por drogas de abuso.

«En el 2013 empezamos a darnos cuenta de que este era ya un problema que teníamos que observar», indica Pilar Morcillo, secretaria técnica de Drogodependencias del Servicio Extremeño de Salud, en relación al progresivo incremento del consumo de psicofármacos. Una vez que la tendencia se ha acabado confirmando, añade, combatir su uso abusivo ha pasado a ser uno de «los ejes principales» de la labor de esta secretaría técnica, junto con el alcohol, el tabaco y el cannabis.

Tanto con las intoxicaciones etílicas como con las drogas, las urgencias atendidas en estos dos años y medio en la región han correspondido mayoritariamente a hombres. En el primer caso, las mujeres han supuesto solo un 28% del total, mientras que con las drogas la proporción es incluso menor, del 17,6%. Con los psicofármacos, en cambio, la situación es la inversa, ya que predomina la asistencias a mujeres (452, un 60%). Por tramos de edad, 39 de los pacientes (un 5,2%) eran menores de 18, otros 631 (83,6%) tenían entre 18 y 65, y los 85 restantes (11,6%) superaban esta edad.

Entre las personas que tienen problemas con el uso de psicofármacos, puntualiza Morcillo, es habitual el perfil de quien «ha comenzado el tratamiento médico por ansiedad o depresión, por una mala gestión de sus sentimientos y emociones», pero que luego tiene dificultades para prescindir de esta medicación.

También es frecuente, añade, el de «la mujer, profesional, que tiene su trabajo, su casa y sus hijos y que intenta llegar a todo pero ve que no puede. Eso lleva a que en determinados momentos no pueda dormir. ¿Y qué hace?: pues toma una pastilla para conciliar el sueño, algo normal, pero que se convierten en dos, luego tres...» «La mujer, cuando va a un centro de salud es porque ya no puede más», remacha.

Actualmente, explica, en diez centros de salud de la región se está llevando a cabo un programa piloto, denominado Grupos de terapia para la ansiedad y malestar emocional que, asegura, está teniendo «muy buenos resultados». Se trata de charlas grupales (en algunos casos individuales), cuyo objetivo es que los pacientes puedan manejar situaciones de estrés o ansiedad con sus propios recursos y eviten el abuso de los fármacos. Estos grupos de terapia están formados por psicólogos, médicos, enfermeros, trabajadores sociales o farmacéuticos. «Dependiendo del centro de salud lo forma un equipo u otro», aclara.

MENORES Y ALCOHOL / Entre las urgencias causadas por intoxicaciones etílicas es especialmente preocupante la alta proporción que representan los menores de edad, que está cerca del 20%. Una relación, la de jóvenes y alcohol, que, precisa Morcillo, está intentando combatirse desde tres ámbitos: el educativo, el sociosanitario y el familiar. Dentro del primero de ellos, una de las acciones que se llevan a cabo es el programa Construye tu mundo, dirigido al alumnado de edades comprendidas entre los 3 y los 16 años. «Trabajamos la comunicación, las habilidades sociales y todo lo que es la gestión de los sentimientos y las emociones», relata. «La mayoría de jóvenes consumen cuando no son capaces de enfrentarse a una situación o porque esta les supera. Si nosotros a los niños desde pequeños les ayudamos a tener una gran autoestima, a que se empoderen y sepan resolver sus propios conflictos y a gestionar sus emociones, cuando llegue el momento ese chaval sabrá elegir y sabrá decir no», sostiene. Este programa, que se desarrolla en colaboración con la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) y la Secretaria General de Educación, llegó en el pasado curso escolar a 129 centros educativos extremeños. Participaron 568 profesores y 15.876 alumnos. El objetivo para el presente curso es que se implante como «una acción transversal» de manera que se ponga en marcha en todos los centros educativos como una acción preventiva, sin necesidad de que antes «haya sospecha de consumo de algún niño o niña».

Por lo que respecta al ámbito sociosanitario, y en este caso junto con el Instituto de Juventud de Extremadura, se desarrolla Riesgos 0, juega tus cartas, una inciativa «en la que se trabaja en el mismo botellón», y que tiene lugar en ocho municipios extremeños (Moraleja, Alburquerque, Valencia de Alcántara, Almendralejo, Don Benito, Zafra, Cáceres y Badajoz) y en seis centros educativos. Busca concienciar a los jóvenes de las consecuencias que conlleva el consumo abusivo del alcohol, entre ellas el deterioro físico y psicológico, los accidentes de tráfico o las agresiones sexuales.

Por lo que respecta al plano familiar, Morcillo reconoce que es el que está siendo «más complicado» para acceder. «Vemos que la implicación de las familias es muy pequeña. Cuando se les convoca a una charla o un taller de prevención solamente asisten dos o tres», lamenta. «Con unas simples líneas de prevención en el domicilio podríamos evitar muchas de las situaciones que se acaban produciendo en la calle», arguye.