ETA colocó el sábado entre 100 y 200 kilos de explosivos en una furgoneta que había sido robada tres o cuatro días antes, en Ordizia (Guipúzcoa) y la preparó para que estallara a las nueve de la mañana en el aparcamiento de la Terminal 4 del aeropuerto de Barajas. Nadie tenía previsto que la banda rompiera de forma unilateral la tregua sin un comunicado previo. A pesar de que las fuerzas de seguridad no habían bajado la guardia, los terroristas lograron colocar una furgoneta "cargada hasta los topes" de un explosivo, aún sin determinar, según fuentes de la investigación.

La policía no pudo desactivar el artefacto. Solo tuvo tiempo para desalojar a las casi 40.000 personas que estaban en el aeropuerto .

Interior comenzó a trabajar tras la explosión, mientras se hacía cargo del caso el juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz. Los técnicos visionaron las imágenes grabadas por las cámaras de seguridad para identificar a los autores, pero el resultado no era nítido.

La policía tampoco quiso precisar con exactitud los kilos de explosivos utilizados, ya que dependían del material empleado. Esas fuentes explicaron que si ETA optó por dinamita la cantidad es menor que si recurrió a la cloratita. No obstante, hasta dentro de unos días no se conocerá con certeza el explosivo usado.