Valdetorres. Municipio extremeño situado en la provincia de Badajoz. Pequeño núcleo agrícola localizado entre Medellín y Guareña, sobre la orilla izquierda del Guadiana. Hasta 1.767, año en que se hizo villa, perteneció con categoría de lugar al Condado de Medellín.

Enclavado en el borde meridional de las Vegas Altas del Guadiana, lindero con el ámbito emeritense, su agricultura fue tradicionalmente de secano. Hoy, por sus proximidades discurre el Canal del Zújar, que va a desembocar en el pantano de Alange.

En su radiografía económica, Valdetorres también ofrece sus particularidades. Según el Anuario Económico 2003 de La Caixa, esta población tiene uno de los porcentajes de paro --en función de su población-- más bajos de Extremadura, un 1,6%. Tiene 1.379 habitantes, 352 teléfonos, 572 vehículos a motor, 1 banco, 1 caja de ahorros, 13 actividades industriales, 1 actividad comercial mayorista y 7 bares.

Valdetorres se sitúa a casi 100 kilómetros de la capital pacense y el tramo más cerca de autovía a unos 30. Aún así, este pequeño pueblo se ha convertido en referente para las energías renovables en Extremadura. Tres grandes proyectos se ubican sobre un término municipal de 40 kilómetros cuadrados.

Afortunada carambola

La más veterana, y también la única ya en funcionamiento, es la planta de Troil Vegas Altas, cuyos promotores decidieron en el 2001 convertir un problema en una fuente de beneficios.

Así, con el alperujo de aceituna, desecho de complicada gestión, se obtienen aceite de orujo, orujillo seco para alimentar al ganado, fertilizante aprovechando el alpechín y residuos de huesos que abastecen una planta de generación que produce 2,5 megawatios a la hora.

Por lo que se refiere a las otras dos factorías, aún en fase de proyecto, su desembarco en Valdetorres es fruto de una carambola afortunada que puede generar en la localidad 150 empleos directos y un número indeterminado de trabajos indirectos para quienes abastezcan las plantas de materia prima.

Hace tres años, un grupo de empresarios catalanes se planteó invertir en proyectos de biocarburantes, previendo un panorama favorable por las facilidades que iba a dar la UE tanto a este tipo de inversiones como a los productos obtenidos.

Como ubicación de estas plantas se buscó alguna zona Objetivo 1, donde la subvención fuese más alta, y redujese los costes del proyecto. Quiso la casualidad que entre este grupo de empresarios se encontrase Josep Coll, vinculado por matrimonio a Campanario, quien sugirió la idea de que las fábricas se asentasen precisamente en esta población.

Sin embargo, cuando los técnicos acudieron a estudiar el terreno, detectaron un problema, la disponibilidad de grandes cantidades de agua que se necesitan para el proceso productivo.

En la búsqueda de una ubicación alternativa cercana, la suerte se alió con Valdetorres, donde los expertos vieron unas condiciones ideales: abundante agua, proximidad de los cultivos que constituyen la materia prima, cercanía del ferrocarril y la colaboración de los responsables municipales. Así, Valdetorres se convirtió en capital del biocarburante.