El voto nuevo, procedente de los electores jóvenes y de antiguos abstencionistas, fue el gran granero del incremento del voto socialista del pasado domingo. La inmensa mayoría de los más de dos millones y medio de españoles que no habían votado hace cuatro años y sí lo hicieron en esta ocasión, optaron por la papeleta del PSOE.

Con ser este incremento de la participación electoral muy significativo, aún lo fue más el ascenso de los sufragios de los socialistas: casi tres millones.

Teniendo en cuenta además que no todo el voto nuevo fue a parar a las arcas del PSOE, es evidente que el partido de José Luis Rodríguez Zapatero creció en buena parte a costa de la fuga del apoyo a los otros partidos, fundamentalmente PP e IU, sin olvidar al Bloque Nacionalista Galego (BNG), que perdió nada menos que 100.000 votos.

El incremento espectacular del apoyo al PSOE (un 37% sobre los conseguidos hace cuatro años) no ha ido paralelo a la pérdida de apoyo por parte del PP, que ha visto evaporarse menos de 700.000 sufragios, que no representan ni siquiera el 7% de los votos obtenidos por Aznar hace cuatro años.

Es importante destacar que, mientras los socialistas han logrado más papeletas en todas y cada una de las 17 autonomías, el PP no las ha perdido en todas por igual e incluso los ha incrementado en dos, Murcia y en Baleares, aunque en éstas de manera casi insignificante.

Los trasvases directos entre dos partidos rivales no son habituales en unas elecciones. Más corrientes son los trasvases hacia y desde la abstención, que actúa en buena parte como paso previo al apoyo a la formación rival en las elecciones siguientes. Sin embargo, a nadie se le escapa que las elecciones del pasado domingo no fueron normales, pues se celebraron en un ambiente de rebelión popular ante lo que se consideraba un abuso de poder.

Y como consecuencia de esta excepcionalidad --que se tradujo en un auténtico vuelco electoral-- es indiscutible que muchos de los votos perdidos por el PP engrosaron la cosecha socialista.

Proporcionalmente, IU resultó mucho más perjudicada por el PSOE que el PP. Aunque la coalición de Gaspar Llamazares perdió únicamente el 8,16% de sus votos en el 2000, la realidad es mucho más dura.