Por qué Mariano Rajoy y no Rodrigo Rato? Porque José María Aznar puede tener la seguridad de que con Mariano Rajoy su legado está asegurado, contestan en el PP. Es, en definitiva, un administrador de lujo de la herencia del presidente.

Los peor pensados dentro de la propia Administración creen que la elección del vicepresidente primero responde, precisamente, a que Aznar quiere seguir mandando. Y eso le resultará más fácil con Rajoy que con el otro aspirante a la sucesión, Rodrigo Rato, que, según esas fuentes, tiene "más independencia de criterio" que el político gallego.

Con cualquiera de ellos el PP hubiera ganado las próximas elecciones generales, admiten en el PP, pero Aznar habría corrido el riesgo de que se hubieran olvidado de él muy pronto. Si alguna vez, más tarde que pronto, Rajoy lleva a la práctica alguna idea diferente de la que ha desarrollado el líder del PP en los ocho años que estará al frente del Gobierno, "apenas se notará".

ACTITUD DIALOGANTE

Aunque ese continuismo, admiten quienes le conocen, queda compensado por su actitud dialogante con la oposición, algo que no es precisamente una característica de Aznar. Varios dirigentes socialistas --José Bono, José Luis Rodríguez Zapatero-- han declarado en público tener buenas relaciones personales con Rajoy, cosa que no han dicho de Rato, contra quien han lanzado a menudo sus andanadas a cuenta de los vínculos empresariales de él y de su familia.

Amigos de Rato niegan que la decisión de Aznar de descartarlo pueda deberse al temor de que ofreciera un flanco débil ante los previsibles ataques de la oposición, precisamente por sus relaciones empresariales. También descartan que sea porque Ana Botella le ha puesto la proa por haberse separado de su mujer. Lo atribuyen exclusivamente a que su fuerte personalidad no sería compatible con el papel de albacea.

Frente a otros candidatos a la sucesión --Rodrigo Rato, Alberto Ruiz-Gallardón o Jaime Mayor Oreja, por ejemplo--, Mariano Rajoy tiene la cualidad de que no se le notan sus ambiciones personales. Y que se sepa, no tiene ataduras ni ha firmado cheques en blanco para atraerse las simpatías de sectores sociales y económicos deseosos de influir en el poder. Es un dato que destacan sus compañeros de partido frente a Rato o Gallardón.

Rajoy, además, es respetuoso con el legado de sus mayores --lo ha sido con su mentor Manuel Fraga. Y es un dirigente muy bien considerado dentro del PP: tiene su propio territorio, Galicia, ha dirigido procesos electorales en los que esta formación ha obtenido espléndidos resultados --por ejemplo, en el 2000--, y está en la cúpula del partido desde la refundación de 1989.

GRAN APLOMO

Sus amigos destacan que posee un gran aplomo en los momentos difíciles y aseguran también que sabe formar y dirigir equipos. Su trayectoria política no esconde grandes meteduras de pata y, recuerdan, es el ministro que ha tenido más poder después de Aznar.

Si hasta hace poco no ha tomado peso como para que el nombre de Mariano Rajoy se hiciera creíble en la carrera sucesoria, se debe a la extraordinaria prudencia que le caracteriza y a ese perfil bajo y agrisado que él mismo se ha impuesto en algunas ocasiones.