El discurso del autor y director teatral de Cáceres Juan Margallo tras recibir la Medalla de Extremadura fue de lo más inusual que se recuerda, ya que el número siete centró toda su intervención en una mezcla de matemáticas, humor y cábala.

Tras recordar que de estudiante nunca le dieron ninguna medalla porque era pésimo, dijo que "ya era hora".

Luego contó que antes, al teatro romano, le llamaban las siete sillas, y hay empezó a realizar asociaciones en la que implicó su edad, el número de hermanos o el día que hizo tal o cual obra, pero todo con un denominado común, que las fechas acababan en siete o en múltiplo de siete. Una forma entrañable, cómica y diferente para agradecer un premio a una trayectoria que comenzó en la escena independiente de la España de la dictadura franquista.

Su carrera profesional y el compromiso con la sociedad a través de la interpretación artística, han sido algunos de los argumentos para que este actor de raza haya sido merecedor de la distinción de la Medalla de Extremadura.