Gema se levanta sobre las ocho y media de la mañana. Está de vacaciones y lo que más le apetece, a sus tres años, es ir a darse un buen chapuzón a la piscina de Campo Lugar, el pueblo donde nació su padre. Ella lo hizo a más de diez mil kilómetros, en la provincia china de Hunán. Sus padres esperan darle pronto un hermanito.

"Ya queremos ir a por el segundo, para que no se lleve demasiado tiempo con su hermana", explica Juani, la madre de Gema. Su marido, José Luis, ya se está ocupando de nuevo de los trámites para iniciar un segundo proceso de adopción en China. Saben que les llevará tiempo --unos dos años--, pero tienen ilusión de sobra. Toda la que les transmite su hija, cuyo nombre completo incluye el que le habían puesto en su país de origen, Yang, que significa "llena de luz y de esperanza".

"Mantuvimos este nombre, como hacen la mayoría de los padres que adoptan a su hijo en China, para que no pierda su identidad. Además, nos encanta", comenta Juani. Y no solo su segundo nombre le recuerda a Gema su origen. Sus padres suelen contarle cómo es el lugar en que nació y, además, cada mes se reúnen con otras familias que han adoptado niños de este país o pretenden hacerlo. "Compartimos nuestras experiencias y a Gema le encanta ver a sus ´amigas chinas´", cuentan.

Formularios con ilusión

Dos años hace ya que José Luis y Juani viajaron a recoger a su hija. Antes, tuvieron que rellenar innumerables formularios, reunirse con trabajadores sociales, psicólogos, conseguir el certificado de idoneidad... Y, sobre todo, esperar. No obstante, no tienen un recuerdo negativo de la experiencia: "Sí, la espera fue larga, pero la vivimos con mucha ilusión. Casi como en un embarazo", aseguran.

Ahora el proceso comienza de nuevo. Pero, pese a que el Gobierno chino ha endurecido los trámites para adoptar, con recordar la emoción que sintieron al coger por primera vez a su hija les sobran las ganas. Y eso que, según recuerdan, "entonces andaba un poco nerviosa y se puso a llorar". Tampoco aquel viaje --el único que tuvieron que hacer, para recogerla-- fue complicado. De hecho, viajaron con otras 16 familias y destacan que en todo momento tuvieron la sensación de que el proceso era "completamente transparente".

Más complicado fue traer a Francisco desde Samara, la ciudad rusa donde había nacido, a Cáceres. Después de que la Junta les otorgara la "idoneidad", sus padres, Luis y Julia, se pusieron en contacto con una Entidad Colaboradora de Adopción Internacional (ECAI), para que les asesorara durante el proceso. Un proceso que se alargó durante más de dos años y que les supuso realizar tres viajes a Rusia.

Al contrario que otros padres en su misma situación, Luis prefirió tomarse el proceso de espera como un simple trámite burocrático. "Sabía que iba a ser muy largo y difícil, por lo que hice todo lo posible por no desanimarme", indica. Solo por poner un ejemplo recuerda que muchos de los documentos que necesitaba "debían estar certificados, validados, traducidos y autentificados". Como el proceso duró más que el periodo de autentificación de parte de estos papeles (un año), fue necesario repetirlos.

Eso sí, tras conocer a Francisco --entonces Vladimir-- en su primer viaje a Samara, la coraza burocrática de Luis y Julia dejó de funcionar. "Ya no es un trámite, ya le conoces y estás deseando tenerlo contigo". Pero fueron necesarios dos viajes más hasta que el niño llegó a España: uno para el juicio (porque el proceso es judicial en Rusia) y otro para recogerlo. Sin embargo, no en todos los casos es así ya que, según detalla Luis, "en Rusia depende mucho de la profesionalidad de la agencia (en su caso, Interadop) y de la zona (porque cada región tiene sus propias leyes) en que te toque, que los trámites tarden más o menos en resolverse".

Por ello, Luis y Julia hacen algunas recomendaciones a quienes deseen adoptar a un niño en Rusia, como armarse de paciencia e informarse muy bien a nivel médico. En todo caso, en la conclusión final del proceso coinciden con Juani y José Luis: "Merece la pena". "Al final, casi te da más a ti el niño que tú a él, porque esto es formar una familia con todas las consecuencias", resume Luis.

Una familia que, en el caso de Francisco, necesita de todo el estímulo que le faltó en sus dos primeros años de vida. Carencia que ahora cubren Julia y Luis con todos los medios a su alcance y cariño de sobra, como también hacen José Luis y Juani con Gema Yang. Dos familias que obsequian un consejo muy sencillo a futuros padres adoptivos: "Es tu hijo y adelante".