3 de abril de 1979. Ana María, Francisca, María Luisa, María Asunción, María del Carmen, Felisa y Manuela. Son mujeres extremeñas, pero no unas mujeres cualquiera. Ellas marcaron el camino a seguir para el resto y rompieron barreras al convertirse en las primeras mujeres que accedían a alcaldías de ayuntamientos extremeños en la democracia. Ayer recibieron un merecido homenaje en Mérida.

Felisa Blanco Marín gobernó durante ocho años Almendral. Llegó a la alcaldía con dos condiciones no muy favorables en la época: su juventud, tenía 30 años cuando fue elegida alcaldesa y... su condición de comunista, que mantiene. Pero nada de eso fue impedimento alguno para realizar una buena labor en esta localidad pacense. "Era muy difícil todo para una mujer, porque desconocía qué era un ayuntamiento; además, había mucho machismo y el hombre no entendía cómo una mujer podía estar al cargo de un ayuntamiento", recuerda con nostalgia, mientras agradece el apoyo ofrecido por sus vecinos en aquellos años.

Y es que entonces "no teníamos ni sillas", señala Ana María González, que gobernó Valdehúncar durante veinte años. Llegó a la alcaldía con 44 años y los recursos eran tan escasos, aclara, que "hasta me subía a una escalera y cambiaba las bombillas de las calles que estuvieran mal"; es más, "durante más de un año estuve tomando la lectura de los contadores del agua, que se puso como novedad en el pueblo; yo hacía de todo". Para ella, el esfuerzo de entonces mereció la pena, porque "lo hice por mi pueblo".

Rebeldía

Estas mujeres luchadoras se repartían por toda Extremadura, aunque fueron pocas las elegidas al frente de los municipios. Otra de ellas fue María Luisa Lancho Fernández, alcaldesa de Cordobilla de Lácara entre 1977 y 1994. Esa rebeldía la mantiene a sus 77 años y, en compañía de sus nietos, recuerda como se encontró con dificultades, pero "seguí adelante y hecho muchas cosas en Cordobilla". Su esfuerzo "mereció la pena", porque "soy muy luchadora y las cosas fáciles a mí no me gustan para nada". Ahora se dedica a dos de sus grandes aficiones, "la caza y el campo", y no desaprovecha el momento para reivindicar, como lo hacía hace treinta años, mejoras, en este caso para poder disfrutar de esas aficiones, y dice no saber cuanto tiempo podrá estar en el campo, porque "como la Administración no se preocupa mucho de las cosas rurales, aunque están de moda, resulta que tengo un camino donde no se puede transitar".

De las siete primeras mujeres alcaldesas de Extremadura solo una sigue en el mundo de la política. Es Manuela Frutos Gama, la alcaldesa más joven de España en aquel momento, que dirigió los designios de Valverde de Mérida entre 1979 y 1999. Ahora que tanto se habla de financiación local, recuerda con ironía como al llegar al ayuntamiento se encontró con que sólo disponía de un millón de pesetas para hacer lo que se pudiera por mejorar la vida de los vecinos de su pueblo, para sustituir "unos servicios que eran más bien del siglo XVIII". Lo cierto, insiste, en que "se logró cambiar la fisionomía de nuestros pueblos", algo que se consolidó en la segunda legislatura democrática, donde el papel de la mujer fue mucho más importante "y el movimiento de la lucha por la igualdad de la mujer fue imparable". Su experiencia le avala para asegurar que "las mujeres podemos hacer más humana la política".

Todas estas mujeres y sus compañeras Francisca Sosa Montero, alcaldesa de Barcarrota durante catorce años; María Ascensión Merino Gómez, que gobernó Hoyos diez años; y María del Carmen Rodríguez González, que tomó las riendas de La Garrovilla tras las primeras elecciones con solo 25 años, fueron valientes y ahora se les reconoce aquel atrevimiento . Afirman que volverían a actuar como lo hicieron en un mundo dominado por el hombre.