Presidente del Gobierno y candidato del PSOE.

Ni un paso atrás. Aunque admite que su optimismo sobre el fin de ETA infundió a los españoles unas esperanzas luego frustradas, Rodríguez Zapatero cree que, tarde o temprano, se demostrará que el proceso de paz contribuyó a erradicar la violencia. Ante el 9-M, apunta, la disyuntiva es sencilla: convivencia o división.

--Ha llamado a la movilización de la izquierda que está "harta de la derecha". Parece que plantea las elecciones más como un voto de castigo a Rajoy que como un plebiscito sobre su propia gestión.--No, las elecciones no son un voto de castigo ni tampoco un plebiscito. En esta convocatoria electoral elegimos entre un proyecto de progreso y convivencia y un proyecto reaccionario y de división.

--El CIS sitúa en 1,5 puntos la ventaja del PSOE respecto el PP. ¿Por qué, pese a estar en el Gobierno, su partido no ha logrado distanciarse más en estos cuatro años?--Hay algo común a todas las encuestas: el PSOE gana siempre al PP. La encuesta importante es la del 9 de marzo, cuando los ciudadanos decidirán libremente qué proyecto político quieren para este país. Los debates serán importantes para clarificar los dos proyectos, pero también lo será la campaña, en la que me centraré en las propuestas de futuro que presenta el PSOE para dar respuesta a los problemas económicos y sociales que tienen los ciudadanos. Mi percepción es que el PSOE tiene muchas posibilidades de ganar bien estas elecciones. Mi objetivo es ganar bien. La legislatura ha sido fecunda e intensa, con una estrategia de mucha dureza por parte de PP, con mucha crispación. Esa ha sido su baza, pero creo que los ciudadanos no van a premiar la crispación.

--¿Hay que fijar unas reglas del juego estables para que ningún candidato evite los debates en el futuro?--Mi empeño ha sido siempre que los haya; es bueno para la democracia y para los ciudadanos. El mismo empeño que puse como líder de la oposición para debatir con Rajoy, aunque entonces no pudo ser, es el que he puesto como presidente. La celebración de debates, y que haya dos, es una buena noticia para todos. Este acuerdo debe servir para que en adelante sea algo permanente, incluida la fórmula que se adopte ahora y que sirva para el futuro.

--¿Lleva el PP la iniciativa en esta precampaña?--La campaña y la precampaña no son un solo día; son cuatro años. Los ciudadanos valoran los activos de cada partido en toda la legislatura.

--Pero es que el PP siempre ha fijado la agenda. Cuando la economía iba viento en popa, solo se hablaba de ETA, y ahora que no va tan bien sí se habla de economía.--La agenda en una democracia no la marca el Gobierno, es algo mucho más plural. Si el Gobierno decretara todas las mañanas de qué se habla no sería un sistema muy sano...

--Es que quien lo decretaba era la oposición.--Es verdad que el terrorismo ha tenido una presencia muy importante en la vida pública, como no puede ser de otra manera. Que haya suscitado tanto interés es normal, pero no lo es tanto que haya ocupado tanta acción de la oposición. El PP ha tenido una actitud de deslealtad profunda, anteponiendo el interés partidista a cualquier otro.

--Todos los presidentes han tratado con ETA, pero usted es el único que lo ha hecho sin el apoyo de la oposición. Para arriesgarse tanto debía de estar muy seguro de que el proceso de paz iba a fructificar.--Yo matizaría: es la primera vez que en un proceso de diálogo la oposición hace lo que ha hecho el Partido Popular, que ha sido bochornoso. La credibilidad que otorgo a Rajoy es nula, después de lo que he vivido en la política antiterrorista. Y lo digo con la autoridad de haber estado cuatro años acompañando incondicionalmente al Gobierno de Aznar y Rajoy en la lucha antiterrorista, que para mí no es política de partidos, es de todos.

--¿La falta de apoyo del Partido Popular restringió el margen de maniobra del Gobierno en la negociación con ETA?--Es evidente que en cualquier circunstancia el Gobierno está más fuerte si cuenta con el apoyo de la oposición en la política antiterrorista. Es de sentido común.

--Otra particularidad de este proceso es que nunca el presidente había tenido tanto protagonismo al negociar con ETA, arriesgando su crédito si fracasa, como es el caso.--En un tema tan trascendente, mi concepción del poder es que el presidente debe asumirlo directamente. No es una muestra de responsabilidad ante la ciudadanía quedarse en segundo plano, hay que dar la cara aunque se corran más riesgos.

--Asumir responsabilidades... ¿Admite haber hecho algo mal?--Habría que dejar pasar algún tiempo, tener más perspectiva. Pero no tengo inconveniente en reconocer que, en mi afán de ver el fin de la violencia, transmití a la ciudadanía unas esperanzas muy consistentes sobre el fin de ETA que luego, al no producirse el final esperado, pueden haber causado una desazón intensa.

--Pecó de voluntarista con ETA o tenía mala información?--Todos los procesos de paz son difíciles, y cuando se ponen en marcha nadie puede tener la seguridad de que van a resultar exitosos. Cuando arranca el proceso, un gobernante tiene la obligación de poner todo de su parte para que pueda llegar a buen puerto, y desde luego yo lo hice. Lo saben bien los ciudadanos vascos y los españoles. Lo que sucede es que ETA está en una espiral de pérdida absoluta del sentido de la realidad, aparte de estar inmersa en una espiral de sometimiento al terror, a la muerte y a la violencia que es muy degradante. Esa evolución que debe conducir al abandono de la violencia se producirá, aunque requerirá más tiempo. La democracia ha hecho una larga marcha, pero estamos en la fase final, no tengo ninguna duda. No podemos hacer previsiones temporales, pero ETA tiene cada día menos apoyo social y menos resistencia organizativa. Recuerdo que dije más de una vez que el proceso para intentar el fin de la violencia sería largo, duro y difícil.