El alto el fuego permanente de ETA, que entró vigor la pasada madrugada, ha ejercido un efecto balsámico sobre la política española. Tras un año de agria confrontación a cuenta de la política antiterrorista, PSOE y PP pusieron ayer sordina a los mutuos reproches, conscientes de que los españoles no les perdonarían que su pugna frustrara las crecientes esperanzas de paz. El gran escollo para el acuerdo, según el Gobierno, no es tanto Mariano Rajoy como el ala dura del PP, la más afín al expresidente José María Aznar. Por ello, José Luis Rodríguez Zapatero ha rebajado la presión socialista sobre Rajoy, dándole tiempo para imponer sus tesis en el PP y vencer las resistencias al diálogo con ETA.

"Me tomaré mi tiempo". Con esta aparente parsimonia, el presidente anunció el miércoles que no se precipitará a la hora de pedir la autorización del Congreso para negociar con ETA, planes de los que ayer informó al Rey en un despacho extraordinario. Zapatero adujo en el Congreso que, antes de autorizar los contactos, desea "contrastar" el gesto etarra con la resolución parlamentaria de mayo del 2005, que fija las condiciones para dialogar con la banda. No mintió, pero no dijo toda la verdad.

Condiciones de diálogo

Tras lograr en Bruselas el aval de los líderes de la UE a sus esfuerzos de paz, y aliviado por el nuevo comunicado de ETA que no empaña el anuncio de la víspera, Zapatero tiene la convicción de que ya se cumplen los requisitos parlamentarios para hablar con la banda: una "clara voluntad" de acabar con la violencia, basada en "actitudes inequívocas" que conduzcan a tal convicción.

El alto el fuego, colofón de 1.028 días sin asesinatos, constituye por sí mismo, según fuentes oficiales, una actitud lo bastante "inequívoca" como para entablar un diálogo orientado a verificar si el propósito de los terroristas es dejar para siempre las armas. El secretario de Estado de Comunicación, Fernando Moraleda, llegó a interpretar ayer, en Los desayunos de TVE, que el carácter "permanente" con el que ETA ha adjetivado el cese de la violencia puede significar que "es para siempre"

Más que tomarse un respiro para analizar el paso dado por ETA, Zapatero ralentiza la apertura formal del diálogo para que Rajoy tenga un margen de maniobra más amplio ante su propio partido, remiso a legitimar con su apoyo un proceso de paz que el líder del PSOE podría rentabilizar en las urnas. "Quien necesita tiempo para amoldarse a las nuevas circunstancias no somos nosotros, sino el PP", resume un dirigente socialista.

La campaña de persuasión comenzó el miércoles, cuando Zapatero llamó a Rajoy para comentar el comunicado y citarle a la Moncloa. Tras la charla, ambos escenificaron en el Congreso un ofrecimiento de colaboración inédito en esta legislatura.

Apertura de hilo directo

La cita será el martes en la Moncloa, pero el Ejecutivo no descarta que, a su regreso de Bruselas, el presidente llame de nuevo al jefe de la oposición para preparar el encuentro. La oferta de "máxima información y colaboración" que Zapatero ha trasladado a Rajoy incluye establecer un hilo directo entre ambos.

Para el pronto restablecimiento del clima de confianza roto desde hace un año, Zapatero también ha ordenado al Gobierno y al PSOE que no hostiguen al líder del PP. Teme el presidente que una crítica subida de tono pueda reforzar al sector del PP más reticente a colaborar con el Gobierno, en el que el PSOE inscribe, entre otros, a Angel Acebes y Eduardo Zaplana.

Ayer, tanto Moraleda como el portavoz socialista en el Congreso, Alfredo Pérez Rubalcaba, siguieron a pie juntillas la consigna presidencial. Al margen de calificar de "delirio" la vinculación entre la tregua y el Estatuto aireada por Jaime Mayor Oreja, Rubalcaba sólo se permitió la maldad de aconsejar al PP que muestren más alegría ante un anuncio que es "una buena noticia".

Algo se mueve en el PP

La salida de tono de Mayor Oreja, con todo, ilustra el grado de desorientación que atenaza al PP. En un partido que acoge la pluralidad interna como un debilitante signo de división, ayer pocas voces sonaban al unísono. Rajoy mostró su perfil más contundente en la COPE, donde Acebes se limitó a criticar al fiscal del Estado por pedir a la justicia que tomara nota de la nueva situación política. Si ayer hasta Zaplana reprimía su verbo lacerante a la espera de la cita entre Rajoy y Zapatero, es que algo se mueve en el PP.