Sólo 24 horas después de llegar a la Moncloa, ayer José Luis Rodríguez Zapatero tomó la histórica decisión de repatriar las tropas desplegadas en Irak, "con la máxima seguridad" y "en el menor tiempo posible". En su primera decisión ejecutiva, el nuevo presidente del Gobierno precipitó así la retirada militar, que había prometido para el 30 de junio, por estimar que "no es previsible" que la ONU legitime la ocupación y tome el control de Irak, condición que había fijado para mantener las tropas. El temor a que se registren más bajas entre los militares ha motivado su cambio de planes.

Con semblante circunspecto, Rodríguez Zapatero compareció ante la prensa, por primera vez en la Moncloa, para formalizar el toque de retirada. Le acompañaron durante su declaración --tras la cual no aceptó preguntas-- su vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, el nuevo ministro de Defensa, José Bono, y el Jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), el almirante general Antonio Moreno Barberá. Con la presencia de este último, el presidente buscaba corresponsabilizar al Ejército español de una medida que, sin duda, puede irritar a algunos sectores militares.

TRES ARGUMENTOS Para justificar la orden que ayer mismo trasladó a Bono --con quien ya se reunió el sábado antes de recibir a Javier Solana, el responsable europeo de Política Exterior--, Zapatero esgrimió ayer tres argumentos. El primero fue su "voluntad de hacer honor a la palabra dada" a los españoles en marzo del 2003, cuando Aznar envió tropas a Irak y él se comprometió a retirarlas si ganaba las elecciones.

El segundo motivo fue la práctica imposibilidad de que la ONU asuma la administración de Irak, condición que puso en campaña para no retirar las tropas. Según explicó, "las manifestaciones públicas de los principales actores implicados en el conflicto" y los "contactos" mantenidos por Bono "no aportan indicios que permitan prever una variación sustancial en la situación política y militar existente en Irak" antes del 30 de junio.

La tercera fue su propósito de contribuir a la lucha contra el terrorismo internacional "desde el más estricto respeto a la legalidad". Y, por tanto, sin participar ni legitimar guerras que, como la de Irak, carezcan del aval de la ONU u otra organización internacional. Por eso apoyará la "estabilidad, democratización, integridad territorial y reconstrucción de Irak", así como el compromiso de la ONU y la UE para que los iraquís "recuperen su soberanía" y gocen de "paz, independencia y seguridad".

Consciente de que la retirada enturbiará las relaciones con Estados Unidos y el Reino Unido, los otros dos países que conformaron el frente belicista de las Azores, aseguró que el Gobierno se mantendrá "como aliado fiel de sus socios" y cumplirá todos sus compromisos.

A las Fuerzas Armadas les quiso trasladar su "reconocimiento" por todas las misiones internacionales que han desarrollado y, en especial, por la "preparación, profesionalidad, disciplina y humanidad" que han demostrado en Irak: "Vaya para ellos mi agradecimiento y afecto personal, y el del Gobierno".

LLAMADAS TELEFONICAS Fiel a su talante dialogante, comunicó por teléfono su decisión al líder del PP, Mariano Rajoy, que le expresó su disconformidad. La vicepresidenta Fernández de la Vega hizo lo propio con los ministros y con todos los presidentes autonómicos, y Alfredo Pérez Rubalcaba, con sus homólogos parlamentarios. Además, Zapatero solicitó la convocatoria urgente de un pleno de la Cámara baja para dar explicaciones.