No era una estrella del fútbol --están todas en Japón y Corea-- ni tampoco un afamado cantante pop. ZP puede con ellos si se tiene en cuenta las dos horas que un centenar de simpatizantes y curiosos esperaron para ver salir al presidente del Gobierno. Valiente actitud debido a los cuarenta grados al sol que caía sobre sus cabezas, por lo que los umbrales de establecimientos cercanos eran muy cotizados.

Dentro estaba Rodríguez Zapatero, vestido con traje impecable y con esa tímida sonrisa que le acompaña en la mayoría de los actos. Tardó en salir, algo pasaba dentro, porque tras explicar los acuerdos ambos dirigentes volvieron a entrar en la Sala de Banderas de la Junta, pero allí seguían sin moverse este centenar de personas, algunas de las cuales incluso se llevaron a su líder recogido en una fotografía. Sereno, y junto a su colega Juan Carlos Rodríguez Ibarra, asomó la cabeza por Presidencia al grito de: "ZP, guapo", saludando afablemente desde la lejanía (el cordón policial era considerable). Tomó el vehículo, subió la cortinilla de protección, volvió a saludar y se fue tal y como llegó, a gran velocidad y seguido por un séquito de una decena de coches de lujo.

Mientras, había otros, menos contentos, que durante esas dos horas juraron en hebreo después de comprobar el corte de algunas calles debido al cordón de seguridad.

Así era la vida fuera durante esas horas. Dentro se diseñaban medidas importantes para buena parte de los extremeños. En el edificio se mascaba otro ambiente, y entre los presentes hubo algún murmullo sobre la delgadez de la vicepresidenta del Gobierno, y la vestimenta de algunas de las damas presentes en tan destacado evento.