A sus 53 años, Celestino Corbacho Chávez es un hombre bien parecido con una manifiesta facilidad para las relaciones humanas. Cabe pensar que esa cualidad suya ha presidido su vida laboral y su actividad política, tanto en el Partido Socialista como en la alcaldía de Hospitalet. Con una población cercana a las 300.000 personas --la mitad de ellas inmigradas--, Hospitalet es la segunda ciudad de Cataluña y un exponente fiel de su composición demográfica.

Corbacho preside el Consistorio municipal por tercera vez consecutiva, merced a la mayoría absoluta que el Partido Socialista consiguió en las tres últimas elecciones municipales (1995, 1999, 2003). Su gestión le ha proporcionado una gran popularidad y ha hecho de él un referente obligado en el ámbito de la política no sólo regional sino incluso nacional. Hoy, con su imagen de hombre dialogante Corbacho es una de las bazas más sólidas de un socialismo abierto y siempre atento a la realidad ciudadana.

Usted nació en 1949 en Valverde de Leganés...

--No, en Badajoz, pero me crié en Valverde de Leganés. A nosotros nos conocían como los Chávez , pues yo me llamo Celestino Corbacho Chávez, y también como los Valleros , ya que proveníamos del Valle de Matamaros.

¿A qué edad llegó a Cataluña?

--A los trece años. Yo tenía dos hermanos en Barcelona, y me llamaron.

¿Fueron duros sus inicios?

--Sí, claro. Cataluña es tierra de oportunidades, pero las oportunidades no se regalan; ni en Cataluña ni en ninguna otra parte. Me puse a trabajar y estudiaba por las noches, de modo que compaginaba trabajo y estudio.

Ha dicho que empezó a trabajar a los 13 años, ¿no es así?

--Sí, fui a la escuela hasta los 13, y a esa edad ya me puse a trabajar. Un año después empecé a cotizar a la Seguridad Social. El trabajo era para mí no sólo una vocación sino también una necesidad. Como procedía de una familia sin posibilidades para pagarme unos estudios, tuve que optar por el trabajo.

¿Y qué hizo entonces?

--Empecé a trabajar como aprendiz en una imprenta. Mi ilusión era aprender un oficio, pero, después de diversas vicisitudes, me puse a vender libros de psicología y psiquiatría. A principios de los años setenta entré en una compañía especializada en organizar empresas y racionalizar oficinas, de aquí me pasé a una empresa de interiorismo y ya en 1975 me instalé por mi cuenta, pero en 1980 decidí vender mis acciones en la empresa y probar suerte en el campo de la gestión pública y la política.

¿Y a partir de ahí?

--Yo me había afiliado al Partido Socialista en 1976. Pronto ocupé cargos de responsabilidad y en 1983 figuré en su candidatura al ayuntamiento de Hospitalet. Primero fui concejal y en 1995 pasé a presidir el consistorio municipal, en el que los socialistas tenemos mayoría absoluta desde entonces.

¿Cuáles son los problemas más acuciantes de la ciudad?

--Los relacionados con el urbanismo, pues Hospitalet se desarrolla a partir de los años cincuenta, que es cuando llega la gran oleada migratoria. Nuestra tarea ha consistido esencialmente en corregir los errores que se cometieron entonces. Esta era una ciudad industrial --ramos textil y metalúrgico--, pero a partir de las Olimpiadas de Barcelona (1992) se convirtió en una ciudad de servicios.

¿Cómo está la enseñanza?

--Todos los niños tienen plaza en las escuelas públicas, pero la calidad de la enseñanza no es alta, pues faltan recursos. En Hospitalet el fracaso escolar se inscribe en la línea que se registra en otras ciudades de características similares.

¿Y el trabajo?

--Prácticamente no hay paro.

¿Criminalidad?

--Hoy en día, la criminalidad es el problema número uno de todas las ciudades. Estamos en la zona media de nuestro entorno, el Area Metropolitana de Barcelona.

¿Inmigración?

--De los 300.000 habitantes de Hospitalet, unos 150.000 no han nacido aquí. Los extremeños debemos de ser 10.000. Ahora tenemos una nueva inmigración; la de fuera de España, más compleja que las anteriores. De momento hay 27.000 inmigrantes extranjeros.

¿Tienen aquí alguna institución los extremeños?

--Sí, dos: la Unión Extremeña de Hospitalet y la entidad Muñoz Torrero (nombre de un político e intelectual nacido en Cabeza del Buey). Como alcalde, mantengo relaciones cordiales con ambas y asisto a muchos de sus actos: veladas, conferencias, excursiones y concursos culinarios.

¿Qué relación tiene con Extremadura?

--Voy bastante. Hace unos tres años tuve el honor de pronunciar el pregón de las fiestas de mi pueblo. Ahora tengo relaciones con compañeros del partido; concretamente, con Rodríguez Ibarra, presidente de la Junta, con Juan María Vázquez, presidente de la Diputación de Badajoz, y con otros.

¿En qué hechos concretos se traduce esa relación?

--Son relaciones institucionales. Unas veces vienen ellos y otras voy yo. Después del verano haré una visita institucional a la Junta. Además he pedido a Rodríguez Ibarra que venga a pronunciar una conferencia a Hospitalet y nos hable de la Extremadura del siglo XXI.

¿Cómo ve ahora a Extremadura?

--La región ha dado un gran salto. Muchos pueblos que antes se estaban despoblando ahora tienen inmigrantes, la enseñanza llega a todos y se han mejorado enormemente las infraestructuras. Hoy las relaciones deben plantearse en términos de intercambio, ya que hay campos, como, por ejemplo, el de la informática, en los que convendría aprender de los extremeños. El mérito de todo esto es de ellos y también de su presidente.

¿Qué diría a los extremeños?

--Que me alegro de sus progresos. Y que miren a Cataluña con simpatía. Cataluña no es sólo Jordi Pujol. Esta es una tierra en la que conviven gentes de diferentes culturas. Por lo tanto, Cataluña es también un poco Extremadura.

¿Por qué, si la mayoría de los habitantes de Hospitalet habla español, todos los rótulos están escritos exclusivamente en catalán?

--En Hospitalet no tenemos ningún problema lingüístico. Considero que hay que ser muy respetuoso con los derechos individuales del ciudadano. En los plenos de nuestro ayuntamiento, cada uno utiliza la lengua que desea. Todo es bilingüe. Los comunicados de carácter universal se redactan en las dos lenguas. Personalmente estoy convencido de que, como alcalde, Celestino Corbacho respeta los derechos lingüísticos de sus conciudadanos. Sólo me queda pedirle que, además, los defienda ante las instancias autonómicas.