Era octubre de 1968 cuando José Antonio Sánchez Guerrero cogió las maletas y se marchó a Francia para aprender francés por un corto espacio de tiempo. Después, en septiembre de 1969, definitivamente se marcha para trabajar en la hostelería y ganar dinero para montar en su pueblo un bar-restaurante.

La estancia en el norte de Francia se alargó hasta 1996: "Es cuando decido regresar a Abadía, comprar unos terrenos y montar el negocio que hoy tengo", dice José Antonio Sánchez.

Durante los casi 20 años que duró la emigración trabajó en varios restaurantes de lujo y bares de Los Alpes, "siempre relacionado con la hostelería y el turismo".

Se echó novia y se casó con una francesa, fruto de su matrimonio, "hoy roto por las circustancias de la vida", dice. Tiene una hija de veinte años.

"Llevo tres años sin verla, el trabajo en España me permite muy poco tiempo libre, ya que me tengo que encargar de todas las cuestiones del hotel, restaurante y bar", afirma Sánchez Guerrero.

José Antonio todos los años venía al pueblo a pasar unos meses con sus familiares, "normalmente trabajábamos al año unos seis u ocho meses, cuando era la temporada alta del turismo".

Ahora a parte de trabajar diariamente en su negocio de hostelería también comparte las aficiones de la caza y la pesca, cometidos que le roban los ratos libre que le permite el negocio.

Pero afirma que lo que más echaba de menos son "los amigos de infancia, las fiestas populares del pueblo y las pequeñas barbacoas que hacíamos en fechas claves".

Dice que para él la emigración fue una forma de conocer la vida y nuevas gentes, pero que hoy por hoy no piensa volver a salir de su pueblo para trabajar, "tengo pensado ir a Francia, pero para ver a mi hija y pasarme unos días de vacaciones con los amigo que dejé allí", dice José Antonio.