El Saunier Duval se ha convertido, más para lo malo que para lo bueno, en el protagonista de la primera parte del Tour 2008. Con sus continuos ataques en las dos etapas disputadas en los Pirineos desestabilizaron la general del Tour, antes de que apareciera el positivo de Riccardo Riccò, antes de que se fueran de la carrera y antes de que el italiano Leonardo Piepoli fuera despedido de la escuadra amarilla por presunto dopaje.

Por esta razón, los Alpes se presentan a partir de hoy como un antídoto contra el fiasco en los Pirineos. Tres etapas, con una jornada de descanso entre medio, reúnen mucha más dificultad este año que la cordillera pirenaica. Sin embargo, al hablar de fiasco no se hace por la aparente flaqueza de los Pirineos, sino por el juego del Saunier. De no haber participado, la situación en la general sería distinta.

Para empezar, seguramente, el líder no sería Cadel Evans sino Frank Schleck, que perdió el amarillo por solo un segundo. Por este tiempo ridículo cedido por el ataque final de Riccò en el pelotón destacado en los últimos metros de Hautacam, Schleck, a lo mejor, jamás vuelve a tener la posibilidad en su vida de vestirse con el maillot amarillo del Tour. Por esta razón, el daño de los que apuestan por la trampa del dopaje se lo hacen a los propios compañeros. En este caso, el mayor de los hermanos Schleck.

MAS CONTRARIEDADES El CSC, el equipo de Carlos Sastre, el bloque más fuerte del Tour, fue el responsable de acelerar el ritmo durante la ascensión al Tourmalet. La consigna, totalmente aceptable en términos deportivos, era eliminar a Alejandro Valverde. Su posición al fondo del pelotón era demasiado evidente. Pero sucedió que justo en el momento en el que el murciano cedió terreno, Juanjo Cobo, del Saunier, segundo clasificado en Hautacam, decidió aumentar todavía más la velocidad en el pelotón principal de la ronda francesa. Así acabó de condenarse a Valverde.

En la etapa anterior, Riccò atacó en la rampa más dura del Aspin utilizando el plato grande (53) con un piñón mediano (17), un desarrollo exagerado, aunque factible para los grandes escaladores. "No lo sigas que te va a matar", fue la consigna que recibió en su pinganillo una de las figuras del Tour que intentó, solo intentó, partir con el italiano.

Desde hoy los Alpes aguardan con la intención de arreglar la situación, de comprobar si por una vez Evans se decidirá a atacar, de ver si es verdad que Menchov está tan fuerte como dicen, de observar la táctica de Sastre en su afán de pelea por la ronda francesa y de seguir la evolución de Valverde, amante de batallar por la gloria de las etapas con la general tan cuesta arriba como las rampas alpinas.