Ha nacido en el país del fútbol, del "fútbol, fútbol y más fútbol", como dice él. Y es algo que Oscar Freire detesta. Ha crecido también en un país donde en temas de ciclismo solo se mira con lupa la clasificación general, siempre del Tour y en ocasiones de la Vuelta o el Giro. Y en un país donde se da más importancia "a los que han ganado el Tour o a los que lo pueden ganar sin haberlo ganado nunca". ¿Por quién irá Por eso cada victoria del tricampeón del mundo --tres veces como Eddy Merckx-- es una reivindicación, un decir aquí estoy yo, porque si fuera italiano en vez de cántabro sería un ídolo, como lo es Paolo Bettini para todos los tifosi.

La flor de lavanda acompañó ayer a los corredores del Tour. Alegró con su aroma una carrera desestabilizada por los tramposos, sinvergüenzas del pedal. Los fines de semana no trabaja el laboratorio de París. Qué alivio. Casi vacaciones en la ronda francesa. Por eso, ayer, Freire no podía conseguir una victoria en mejor día y lugar, en Dignes, patria de la lavanda, puerta y antesala de la cordillera alpina.

CALOR SOFOCANTEQuiso el destino del Tour que en el día más caluroso de la prueba, con un termómetro que atosigaba siempre por encima de los 30 grados, se viera una etapa animada, divertida, intensa, interesante, amena; una jornada para romper el tedio que ha acompañado a la prueba desde que salió de los Pirineos, con demasiados detenidos fuera de competición y sin nada que contar para contrarrestar el tormento de los tramposos.

Y este destino llevó a Freire, inmensamente feliz con su jersey verde, a conseguir su cuarta victoria en el Tour, y, según se mire, la tercera o cuarta que logra un ciclista español en esta edición. Ganó Valverde --¿quizá iba para él la declaración reivindicativa de Freire -- el primer día. Lo siguió su compañero Luis León Sánchez y ahora el líder del Caisse d´Epargne está a la espera del contraanálisis de Riccò para anotarse el triunfo en Super-Besse. Por eso, lo del "según se mire" en relación a las cuentas en las victorias de etapa.

SPRINT Y VICTORIA¡Ah! Por fin ganó. Por fin se sintió a gusto en una llegada. Por fin se liberó del más aventajado de los chavales que lo atosigan por detrás. Qué rápido es Cavendish, cuatro triunfos de etapas, pero torpe ante cualquier tachuela, obstáculo que Freire supera sin problema.

También sirvió el día para que Valverde volviera a aparecer por la cabeza del pelotón. Atacó el murciano y lo secundó Pereiro en la pequeña cima que aparecía a 10 kilómetros de meta. Trató el murciano de hacer un corte. Demasiada gente, poca ascensión y Freire, atento, con fuerzas, dándose cuenta Valverde que no valía la pena un esfuerzo extra porque acabaría perdiendo ante la fortaleza del cántabro.

Y llegó la hora de la verdad. Esa hora en la que salen a reducir los campeones. Se abrió camino. Se notó pletórico, fue ganando posiciones... por fin, primero, vencedor y no vencido. Freire ganó el día en que se recuperó la tranquilidad. ¿Fugaz sosiego Ahora llegan los Alpes. Allí será donde el tricampeón del mundo se colocará en la barrera, lejos de las cámaras, pero paseando con orgullo su jersey verde junto a las praderas alpinas.