Voy a tratar de contar un poco cómo fue la ascensión al Aspin, una cumbre que empezó a subirse con muchos rivales, con mucha gente que estorbaba. A mí me pasó con Gustov, del CSC. Iba delante de mí y, de repente, se frenó al quedarse sin fuerzas, lo que provocó que enseguida me superasen al menos 20 corredores. Luego tienes que recuperar la posición. A Alejandro le ocurrió lo mismo. Se encontró encerrado al inicio del puerto; gente que mete el manillar, que echa cuatro frenazos y ya estás listo.

Vi perfectamente cómo los Saunier Duval aceleraban el ritmo en los últimos kilómetros. Estaba claro que buscaban un ataque, o bien con Riccò, como sucedió, o con Piepoli, al que vigilaba estrechamente. Cuando él demarró, yo me puse a rueda, aunque mi intención no era fugarme, ni mucho menos, simplemente trataba de empujar a otros corredores del pelotón, a fin de anular los intentos de escapada, que no nos interesaban.

Nadie pudo seguir a Riccò, puesto que atacó de una forma demoledora. Era muy arriesgado marcharse en solitario porque soplaba el viento de cara. Creo que si hubiese existido un mayor entendimiento entre varios equipos, habríamos podido capturarle y pelear, en grupo, por el triunfo de etapa con Alejandro.

Ahora bien, considero que no es plan que sigamos desorganizados si vuelve a producirse un ataque de Riccò, porque no es cuestión de ir regalándole minutos. Estoy convencido de que volverá a atacar en Hautacam.

No comprendo la actitud del Euskaltel. Impusieron primero un ritmo muy fuerte, pero en los kilómetros finales se desentendieron de ayudar a capturar a Riccò cuando tenían a un ciclista como Samu para intentar pelear por la victoria. En Hautacam será distinto.

*Exganador del Tour