Vas bien?". "Sí. Voy bien". "¿Seguro". "Sí". "¡Pues a trabajar!". Extracto de la conversación mantenida entre Alejandro Valverde y Eusebio Unzué poco antes del avituallamiento de la etapa de ayer. Horas antes, en un hotel de Ch teauroux, el panorama era muy distinto. Habitación de Jesús Hoyos, médico del Caisse d´Epargne. La luz nunca se apaga. Valverde no puede dormir, no se puede estirar en la cama, las sábanas se pegan en las heridas. "A lo sumo durmió dos horas". Confesión del técnico Unzué. Dos, número mágico, porque ayer la segunda plaza del murciano en Super Besse, testimonio de la primera llegada en alto del Tour, tuvo sabor a victoria. Solo le superó Riccardo Riccò, pero la ronda francesa le recuperó tras el tremendo susto del miércoles y su irregular contrarreloj del martes. Dos días aciagos. Que no haya más.

Casi con tanto vendaje como una momia, Valverde tomó la salida. Había alguna duda porque el porrazo del día anterior fue espectacular. La consigna era que no perdiera la concentración, que no se distrajera, que le dieran conversación, porque de este modo no notaría el dolor, sobre todo en el gemelo derecho, donde sobresalía un coágulo de sangre casi de la proporción de una nuez. "El gemelo me daba pinchazos de vez en cuando, pero pasaban los kilómetros y me sentía mejor". Valverde, sin afeitar --por la mañana no estaba de humor para pasarse la maquinilla--, con el sudor cayéndole por el rostro, empujándole cámaras y periodistas, cuenta cómo ha sido el esprint de Super Besse, cumbre del Macizo Central, prados verdes por todos lados, paisaje idílico. "Arrancó primero Frank Schleck y enseguida reaccionó Riccò. Yo me quedé un poco encerrado, lo justo para no poder coger ya la rueda deRiccò", afirma.

RIVAL DE CONTADOR En efecto, Riccò, enorme protagonista del Giro, el gran rival del ausente Alberto Contador --en seis días de carrera se le sigue añorando--. No ha venido al Tour de comparsa. Con sus servicios se aventuran tardes de gloria para su equipo, el Saunier Duval, que ayer se reconfortó con el premio de ganar una etapa de la grande boucle, tras cuatro años de intentos por las carreteras de Francia.

El Caisse d´Epargne, con Valverde en plena erupción, como los antiguos volcanes de Auvernia que saludaban a ambos lados de la carretera, pasó a la acción en los últimos 25 kilómetros. Todos a trabajar, a intentar dejar a algún rival fuera de combate. Todos a una, con Valverde. Y el mejor de ellos, Pereiro, que lo lanzó con un esprint de casi un kilómetro, el último, el más duro. Segunda posición y de nuevo entre los 10 primeros del Tour. Y otra vez un detalle para no olvidar. Evans --nervioso hasta el punto de dar un puñetazo a un gendarme cuando pinchó, al considerar que el motorista lo había encerrado mientras enlazaba con el pelotón--, se enganchó a Valverde como una lapa. Sin inmutarse. Peligroso como él solo, ya en la segunda plaza de la general, por detrás de Kirchen y el alemán Schumacher, que cedió el amarillo.

LOS RESISTENTES Más atrás, pero dejándose ver, demostrando que andan finos en montaña, Sastre, Menchov, Samuel Sánchez y un sorprendente Dueñas, séptimo en Super Besse, increíble. El premio para que aparezca su nombre. Solo Cunego (32 segundos) y el joven Andy Schleck (45 segundos) cedieron entre las estrellas. Bueno... y Moreau (41 segundos), que la veteranía es un grado.