Hoy ha sido un día duro para mí, como viene siendo habitual en estas fechas de cuenta atrás y tachar diarios.Nada que objetar a lo que acontecerá, me temo pronto, pero dispuesto a lidiar y a ganarme la dignidad. Hoy he tenido que recordar a alguien muy cercano que las cosas hay que enfrentarlas cara a cara y no doblegarse por chantajes y posibles temores humanos, pues hace tiempo que domé a esas partes del cerebro llamadas amígdalas no las que confundió una nefasta orientadora de un equipo de Almendralejo, al preguntar qué tenían que ver "zonas de la boca" con ciertas patologías. Me refiero a esas que nos permiten intuir y experimentar miedos y por ende, supervivencia primitiva a veces lejos del raciocinio, pero más inquietas, más impulsivas. Hace tiempo que sopesé lanzarme a por todas o sucumbir a la bajada de pantalones y el consiguiente menosprecio hacia uno mismo. Dicen que se llama dignidad, aunque otros les denominamos respeto a sí mismo. Confieso que algunas y buenas amistades me ganaron tiempo y solté amarras en pos de una cuenta atrás fija, largamente sopesada, pero como digo desatada por ciertos ánimos de unas pocas gentes que me han demostrado mucho cariño. Esas pocas, buenas, cercanas, amables y amigables personas ya saben que, al final como intuía desgraciadamente desde hace más de un año la suerte está echada y es tiempo de hacer recuento y saldar deudas pendientes no conmigo mismo sino con ciertos desaprensivos, idólatras del poder establecido, atrevidos travestidos de señores de infiel dignidad y con un déficit total de decencia y de humanidad. Me temo que la lucha es desigual, pero también sé y pretendo que sea a corazón abierto y que gente que viene detrás pueda finalmente soltar quejidos de tanta falsedad social. Mientras tanto, como digo y como siento los días siguen siendo duro. Menos mal que siempre hay un bien parido que se cruza en tu camino, sin tu saberlo, ni buscarlo, ni pretenderlo, pero se inmiscuye positivamente y te recuerda que no es tanta la soledad cuando de ese cruce imprevisto te deja entrever la sensación de hastío, rabia e incomprensión de actos tan vilmente trazados, pero compartidos e invitándote a apoyarte en un hombro amigo. Hoy ha sido un tal "sargatanas" que no lo conoce ni la madre que lo parió, en el buen sentido, pero que me provocó un sentimiento de cohesión y empatía muy cercana cuando en un foro local me transmitió palabras soeces y crudas para algunos pero descriptivas e indómitas para otros. Yo me quedo con su síntesis: " A mí no me cabe duda".Transmito aquí un mensaje suyo al hilo de mi desgraciada actualidad:Los hombres de hoy somos los niños de ayer. El carácter de una persona se forja con letras indelebles en la infancia, por lo tanto: la infancia es sagrada. Malditos mil veces los perros sarnosos que por acción u omisión clavan sus colmillos ponzoñosos en el alma virgen de un infante.¡Yo los maldigo mil veces! La infancia de la niña y su futuro como mujer están y deben seguir estando muy por encima de corporativismos cobardes, de inútiles con corbata, de fascistas disfrazados, de oportunistas babosos..de lisonjeros sin escrúpulos, de estómagos agradecidos y de tanto hijo de su madre como anda suelto. ¡A mí no me cabe ninguna duda! A galopar...a galopar..hasta enterrarlos en el mar.