Que la vida es injusta hace ya tiempo que lo sabíamos, pero siempre se nos cae el alma cuando vemos que el azote de la injusticia siempre se ceba con el que más necesita. Haití ni siquiera tiene estos días para ser la sombra de lo que era. En ese caos de escombros, llantos, desolaciones y almas deambulantes profundamente desesperanzadas en que el país caribeño se ha convertido, además de encenderse la mecha del desastre, vemos la cara y la cruz de lo que todos somos. Haití era una de los países mas pobres del mundo antes del seísmo... Todos lo sabíamos, como sabemos de otros tantos... Pero cuando se nos recuerda que siguen vivos es porque la desgracia ha vuelto a cebarse implacablemente con ellos, y es entonces cuando vemos verdaderamente la cruz de lo que somos. Hacía referencia Luis del Olmo en Punto Radio a unas palabras de Machado:No hay nada peor que el azote del ataúd en la tierra. Es precisamente el sonido de ese azote el que levanta nuestra solidaridad, pero no deja de recordarnos lo que tiempo atrás dejamos olvidado... Siempre supimos de su existencia, de su pobreza y de su estado de desolación... Sólo ahora, cuando ese azote ha sido más profundo y se ha llevado por delante las pocas esperanzas de un pueblo ahogado por la injusticia de este mundo, solo ahora, miramos de frente hacia ellos para compadecernos de su sufrimiento... Deberíamos aprender que hace mucho que se nos azotó a todos... A unos con la injusticia... A otros, con la hipocresía.