Varios peligros muy graves acechan a España. El mismo hecho de no haber gobierno durante tanto tiempo es un indicio claro de qué cosas importantes, y muy importantes no van bien. • El primer problema grave es que si no hay gobierno en breve, tenemos en nuestra, ya débil, economía una multa por parte de la comunidad europea de 6100 millones de euros, y ello por no tener a su debido tiempo los presupuestos aprobados.

Por otro lado al no tener presupuestos no se regularan: las pensiones; ni los sueldos de los funcionarios; ni la asignación a las autonomías; ni los gastos, por ejemplo, de educación y sanidad; y otras muchas cuestiones de máxima importancia y perentoriedad. • El segundo problema es el independentismo catalán y vasco que amenaza y actúa ya de una manera efectiva. Y a menos que se pare contundentemente seguirá su camino hasta conseguir, según ellos, el año que viene su segregación total, eso al menos la autonomía de Cataluña. • Como tercer problema podríamos hablar de la violencia y del hecho de que cada vez más violentos ocupan escaños: en el parlamento, en las autonomías, en los ayuntamientos; y al hablar de violentos hablamos de personas: ~ Que defienden en muchos casos la violencia con convencimiento pleno y en foros públicos. ~ Que han hecho apología de la violencia públicamente y en muchas ocasiones. ~ Y que han practicado la violencia y han organizado actividades usando la violencia. Hechos como: ~ El de Otegi, un personaje detestable que ha participado indirectamente al menos en cientos de muertes. Un gestor de crueldad. ~ El de Bodalo en Jódar. Jaén, un sindicalista peligroso y violento, y manifiestamente defendido por las altas instancias de Podemos. ~ El de Bildu en el país vasco. ~ Y el de por ejemplo Pablo iglesias hablando positivamente de ETA y de su labor democrática y social, cuestión esta que parece totalmente increíble y por supuesto inaceptable.

Y hablando casi siempre favorablemente de los violentos y de la violencia. Es como si para él la violencia fuese una referencia de poder. • Y como cuarta cuestión podríamos hablar de la entrada, cuasi a escondidas y sigilosamente, de las dictaduras fundamentalmente de izquierdas en nuestras instituciones. Está llegando como esa agua ligera pero que en muchas ocasiones destruye la estructura sólida de un gran edificio. Así la mentalidad, la organización y las directrices dictatoriales están entrando en la infraestructura democrática de la nación española. Muchos en el Congreso todavía actualmente, hoy por hoy, no hablan de: comunismo, ni de populismo; pero están buscando el momento oportuno, la flaqueza del sistema democrático, la debilidad de las instituciones, para acechar el golpe mortal: a nuestras libertades, a nuestra Constitución, a nuestro sistema democrático y de derecho.

Hoy, hay muchos ingenuos, o aparentemente ingenuos, en el partido socialista y en otros sectores, que tienen afinidad y confraternizan con Podemos; pero, ¡eso sí! no quieren oír hablar: de Venezuela, ni de Maduro, ni del comunismo, ni de las dictaduras; creyéndose que una cosa no tiene que ver con la otra. Lamentablemente a través de la ingenuidad, a través del afán de poder, a través de la ignorancia y del desconocimiento puede de nuevo llegar a España la dictadura, o la violencia generalizada, o la pobreza institucionalizada. Hay quienes para conseguir este objetivo están promocionando ya la creación férrea de dos bloques contrapuestos entre los que hay odio visceral: PSOE y PP. Pedro Sánchez y Mariano Rajoy. Izquierdas y Derechas.

Y, por otro lado está la memoria histórica promovida desde hace ya algunos años por la Izquierda con el fin de fomentar ese odio y esa separación que hoy ya en el parlamento, en la ciudadanía y en la sociedad se va generalizando. No son tiempos para bromas, ni para ingenuidades estériles o peligrosas, ni para circos parlamentarios. Son tiempos de respuestas certeras, de votos constitucionalistas, de lealtades a la democracia y a la libertad. ¡Si no! es posible que nos encontremos con la desgracia de una nación destruida: sin libertades, sin tolerancia, sin medios económicos, sin sanidad y con un sinfín de mediocridades espantosas.